Mapa del Mar del Sur de China en el Museo de Educación de la Defensa Nacional del Océano en Nanjing/GETTY

Dos escenarios de una misma política exterior china

Irene Fernández Jiménez
 |  24 de abril de 2019

China se ha convertido en el centro de gravedad de la región de Asia-Pacífico. La divulgación de sus actuaciones en el Mar del Sur de China ha sido estrepitosa. Asimismo, su política en Sudán del Sur ejemplifica el progresivo abandono de la idea “Paz y Desarrollo”, instaurado por Deng Xiaoping en 1978. Ocurre, no obstante, que los intereses geoestratégicos de numerosos actores regionales e internacionales en el primer caso han logrado establecer un relato mediático que, a su vez, ha terminado por privar a las acciones chinas en el país africano de su pertinente atención.

Jiang Zemin sucedió a Deng al frente de la Secretaría del Partido Comunista en 1992. Ante la amenaza de ser sustituido si no continuaba con la línea política de su predecesor, formuló la política exterior en torno a los “cuatro noes”: no querer el conflicto, no provocar el conflicto, no huir del conflicto y no temer el conflicto. Pero hubo notables excepciones con Taiwán en los años 90. Las pruebas con misiles al norte de la isla de Formosa (Taiwán) en 1995 y los ejercicios militares navales, que buscaban sabotear los comicios electorales de su vecino en 1996, dan buena cuenta de la brecha existente entre la teoría y la práctica chinas.

El país entró en el nuevo siglo como una gran potencia emergente. En consecuencia, parte de la comunidad internacional comenzó a percibirlo como una amenaza. Para contrarrestar su recién adquirida imagen exterior, el gobierno de Hu Jintao teorizó la “ascensión pacífica de China”, cuya esencia residía en la no-intervención. Sus decisiones como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas expresan su voluntad de influir a la hora de defender sus intereses. Así ocurrió en 2001. En la votación sobre la intervención armada en Afganistán para acabar con el régimen talibán, Pekín se pronunció a favor (Resolución 1383). Aunque pueda percibirse como una mera maniobra de patrocinio de la política estadounidense, precisa de una importante matización de los ideales chinos. De igual manera dejaba esto patente con su retirada del Tratado sobre Misiles Anti-balísticos.

Xi Jinping, al frente del país desde 2013, profundiza en la idea de gran potencia. Concibe a China como un actor con un gran potencial militar, económico, comercial y de acción exterior. Xi heredó de Hu la orientación prioritaria de la acción exterior, la llamada “comunidad de destino compartido”. La intensa diplomacia que China lleva a cabo con los países de su vecindario pretende configurar un nuevo sistema como respaldo a sus relaciones con Occidente. El comercio asiático es de vital importancia, ya que el 53% de las importaciones y el 44% de las exportaciones chinas tienen lugar dentro del continente, según el OEC (The Observatory of Economic Complexity).

Estas relaciones no impiden las incursiones de China en la soberanía, el territorio y asuntos internos de algunos de sus vecinos. Durante la última década, las reclamaciones territoriales han dado un paso decisivo. La militarización de las islas Spartly, que se encuentran fuera de su Zona Económica Exclusiva, ha retratado el abandono del “ascenso pacífico”, minando la soberanía territorial de Filipinas, Malasia, Vietnam, Taiwán y Brunéi. China busca posiciones estratégicas en la zona, incluyendo una salida al Océano Índico. Todo ello se recoge en la ley de la “línea de los nueve puntos” con la que pretende delimitar el Mar del Sur de China, apropiándose. La cadena geográfica formada por Japón, Taiwán, Filipinas, Malasia y Vietnam bloquea su expansión marítima, de ahí la importancia de dicha línea.

 

Sudán del Sur

Alejándonos de la periferia china, encontramos un reducto en África donde se aplica una política exterior distinta, pero que tampoco sigue los parámetros establecidos: Sudán del Sur. Aunque su presencia allí es notable – el país no es un punto prioritario para China, pues apenas representa el 4% de las importaciones de petróleo chinas y no tiene salida al golfo de Adén o al mar Rojo, pasos estratégicos para la ruta comercial marítima china.

Esta aparente contradicción esconde una verdad muy sencilla: Sudán del Sur es un experimento de la acción exterior de Pekín. Las decisiones tomadas allí son dignas de una superpotencia. La República Popular ha intervenido en las decisiones del gobierno; sus inversiones son cuantiosas y constantes, sobre todo en la explotación de petróleo; y, por primera vez, ha hecho uso de la fuerza para proteger las infraestructuras de las empresas nacionales chinas, enviando efectivos militares.

De alguna manera, China ha conseguido instalarse en un país y dar forma a las decisiones del Estado. Ejerce, por ejemplo, como mediador entre Sudán y Sudán del Sur para hacer converger los intereses petroleros de ambos países con los suyos. El gobierno de Yuba recurre, casi instintivamente, al de Pekín cuando tiene que suplir ciertas necesidades o solucionar intrincados problemas políticos, sociales o económicos. Durante la guerra civil de 2013, el gobierno chino procuró poner fin al conflicto y cumplir con los objetivos humanitarios. Desde Sudán del Sur, China es percibida como una fuente de ingresos y desarrollo.

Sudán del Sur no es un escenario “probeta”. China no concibe en él un plan para proyectar en otras regiones. Es una acción puntual y acotada de su política exterior; un experimento –definido así por Crisis Group– de prueba y error. El factor determinante no es tanto la presencia china en el territorio, como las intenciones de la república popular para el país.

El pragmatismo del gobierno chino para adaptarse a cualquier oportunidad que le ofrezca una situación determinada concede una gran ventaja a su política exterior, aunque a primera vista resulte estratégicamente inoperante. Este juego de posiciones es eficaz disminuyendo las sospechas en la comunidad internacional. Los diferentes focos de la RPC son bazas a la espera de cumplir su función en el momento adecuado. Por otro lado, la matización importante consiste en su comportamiento “a la occidental” en Sudán del Sur (intervenciones directas en el gobierno y el estado) por muchas críticas que destine al modus operandi de Europa y Estados Unidos.

 

1 comentario en “Dos escenarios de una misma política exterior china

  1. Muy buen artículo. Buen recorrido historico de la estrategia china. Y excelente análisis de la política exterior china. En efecto, como dice la autora, «Los diferentes focos de la RPC son bazas a la espera de cumplir su función en el momento adecuado». Hay quienes piensan que la política china no es expansionista. Creo que se equivocan: China buscar ser una potencia mundial, la primera. Afortunadamente, la Unión Europea por fin se ha dado cuenta de ello.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *