El 14 de junio, en una votación muy disputada, que se prolongó durante 23 horas, la Cámara de Diputados de Argentina aprobó el proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo por 129 votos a favor y 125 en contra. La tensión en la votación quedó reflejada en el hecho de que todos los grupos parlamentarios votaron divididos, con excepción de la izquierda, que mantuvo una postura unánime a favor de la interrupción voluntaria del embarazo. El proyecto de ley establece que el aborto sea libre hasta la semana 14 y posteriormente solo si el embarazo es fruto de una violación, hay peligro para la madre o malformación fetal. Este paso adelante queda, no obstante, al albur de su aprobación por parte del Senado, donde las fuerzas opositoras a la despenalización son mayoritarias habida cuenta de que representan al voto conservador de las provincias del interior. Sin embargo, lo acontecido tras la votación de los diputados abre las puertas hacia una reforma que sigue siendo compleja no solo en Argentina sino en la mayoría de los restantes países de América latina. La apertura de un debate social más amplio y el efecto contagio de un país al vecino serán seguramente los pasos inmediatos.
El propósito de esta nota es el de ofrecer evidencia empírica sobre la evolución de la posición de los diputados latinoamericanos a lo largo de los últimos tres lustros, en los que se les ha preguntado en cada legislatura sobre su posición con respecto a la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Los resultados ponen de relieve el carácter promedio conservador de la clase política latinoamericana y el mantenimiento de esa postura a lo largo del lapso estudiado. Es interesante constatar cómo la presencia de líderes en el seno del denominado “giro a la izquierda” no logró introducir cambios significativos desde la perspectiva legal en esta cuestión. Al contrario, Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega, e incluso Lula Da Silva inhibieron la posibilidad del cambio en este asunto contribuyendo a complicar la identidad de la izquierda. La pregunta, garantizando el anonimato de la persona entrevistada, permite, además de constatar la evolución de las respuestas medias a lo largo del tiempo, cruzarlo tanto por ideología como por el grado de religiosidad. Igualmente facilita constatar si hay diferencias en las respuestas entre países en función del tipo de legislación que tienen sobre la cuestión (prohibición total, restricción parcial y plena liberalización).
Los dos primeros gráficos muestran los valores medios agregados y por periodos para todos los países latinoamericanos y reflejan, en primer lugar, un posicionamiento más proclive a asumir medidas poco liberalizadoras que se acrecienta según pasa el tiempo. Por otra parte, cuando se tiene en cuenta el tipo de legislación que existe en cada país y se les agrupa según dicho criterio entre los casos nacionales de prohibición completa, aquellos con ciertas restricciones y países con plena liberalización, las respuestas confirman que la posición de los diputados, excepto en los países en que el aborto es libre, se ha endurecido con el transcurso del tiempo.
La tabla anterior recoge los valores medios por países y por periodos (lamentablemente, para el caso de Venezuela solo se tienen datos de la última legislatura, y los casos de Brasil y de Perú, en lo relativo a la última legislatura, están pendientes de ser codificados). Ello permite no solo ver el comportamiento individual de cada país, sino establecer tipologías de países en un escenario de enormes diferencias. Uruguay, con un valor medio de 7,62 (que no ha dejado de crecer), contrasta enormemente con los casos de Costa Rica, Honduras, Panamá y Paraguay, que tienen valores medios inferiores a 3. Un caso especialmente interesante para analizar es el de Ecuador, porque pasa de una posición favorable, con uno de los valores más altos de toda la región en el lapso considerado (7,05), a situarse por debajo del 4, algo que solo se puede explicar, como se ha señalado más arriba, por la imposición que el liderazgo de Correa, alguien con una posición absolutamente contraria a la despenalización del aborto, ejerció sobre el grupo parlamentario mayoritario de la Asamblea Legislativa, Alianza País. Un retroceso casi similar se ha dado en Bolivia y Panamá y, en menor medida, en Nicaragua, así como en Brasil, aunque están pendientes los datos más recientes. Argentina ha mantenido sus niveles de favorabilidad bastante estables destacando, no obstante, el hecho de situarse en un lugar muy alto de la escala al considerar a los restantes países latinoamericanos. Su coincidencia relativa con México es notable.
Cuando se incorpora el cruce por la variable género se constata una clara diferencia. Los hombres (ampliamente mayoritarios en las Cámaras) son más contrarios a la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo que las mujeres en cualquiera de los periodos considerados.
Igualmente hay una clara correlación entre la ubicación ideológica de las personas entrevistadas y su posición en torno al tema del aborto. El gráfico anterior muestra la evidencia de ello para los cuatro periodos considerados. La ubicación en la izquierda corresponde con una posición de mayor favorabilidad a la liberación de la interrupción del embarazo, mientras que quienes se ubican en la derecha tienen una postura mucho más restrictiva. En todo caso, es también interesante constatar la evolución hacia posiciones más restrictivas en las tres familias ideológicas.
Como la sabiduría convencional estima, también se registra una clara correlación, mayor si cabe, entre la posición con respecto al aborto y el grado de religiosidad de los diputados. Sin embargo, hay que destacar, como queda de releve en el gráfico anterior, que los creyentes se han radicalizado notablemente a lo largo de los cuatro periodos considerados. Finalmente, el último gráfico muestra cómo la apertura hacia una menor restricción en las posibilidades de facilitar la interrupción del embarazo dispara, según pasa el tiempo, la favorabilidad de los dos grupos de diputados considerados. En los países en los que el aborto no está prohibido, los diputados que tienen proclividad religiosa al ser creyentes son más favorables a la despenalización que en los que sigue prohibido.
Progresismo es el avance de la razón sobre nuestros primitivos instintos.
Más humanos y menos animales somos cuanto más interviene la razón en nuestra organización social y obviamente más condicionados y moduladas están nuestras pulsiones y pasiones.
El aborto legal no es otra cosa que el «triunfo» de un instinto tan primitivo como el sexual (ayudado eficientemente por la razón esclava de sus caprichos que se encarga de aportar las excusas que los hagan aceptables) sobre lo que la razón libre de las presiones instintivas pueda proponer.
«Aborto y progresismo (1) y (2)» razonvsinstinto.blogspot