La izquierda salvadoreña es más amplia que un partido político. La izquierda en El Salvador, como tal, incluye otros partidos políticos, movimientos sociales, académicos, iglesias. Izquierda, de hecho, es una forma de entender el mundo, una cosmovisión revolucionaria, progresista, no conservadora. Y su instrumento político más significativo y determinante en las últimas cuatro décadas ha sido –y sigue siendo, desde sus inicios en 1980– el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
A continuación, y de cara a analizar los desafíos de la izquierda salvadoreña para afrontar el nuevo período electoral, utilizaremos dos premisas y siete tesis. Pero antes, una aclaración: tratamos al FMLN como “la izquierda salvadoreña” porque es el instrumento político-electoral que en este país centroamericano representa el sector más amplio de este pensamiento.
Premisa 1. No es un partido cualquiera.
El FMLN no es un partido como el resto. No ha surgido como otros que se les ocurrieron a un par de iluminados y se inscribieron en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) después de una serie de requisitos. El FMLN surge de una expresión popular en rechazo a décadas de dictadura militar y le dan vida, el 10 de octubre de 1980, cinco organizaciones guerrilleras. Desarrolla una guerra civil que culmina en un Acuerdo de Paz que dio como resultado una serie de reformas, entre otras el convertir a la organización guerrillera en partido político. Luego de un largo proceso de derrotas electorales, luchas y victorias políticas, fue obteniendo en el espectro político electoral salvadoreño, bien merecido, un respetable espacio, con dos victorias en elecciones presidenciales.
En tal sentido, debemos tener clara la diferencia. Antes de cualquier juicio o cualquier análisis o interpretación académica o moral, no puede obviarse esta realidad. Y quien la obvie, o intente desmeritar ese origen, está muy equivocado: hacer un análisis con premisas falsas da conclusiones falsas. Por poner un ejemplo, el partido FMLN, en su origen, es incomparable con el partido Gran Alianza Nacional (GANA), y siempre que se hable del FMLN deberá partir de esa premisa, para bien o para mal, pues por su programa político y por su proyecto revolucionario se le exige como tal.
¿Qué se le puede exigir a un partido como GANA que surgió en una noche oscura por la división de un partido y con capitales frutos de la corrupción? Nada. Ya sabes su origen, ya sabes su filosofía: el poder, el dinero, la traición, pero al FMLN se le juzga por su origen, por su ideal revolucionario, por la contundencia de su proyecto.
Premisa 2. Reconocer que el mundo ha cambiado, está cambiando y seguirá cambiando.
Es una premisa real y contundente. El mundo ha cambiado mucho, en menos de tres décadas evolucionó lo que no hizo en mil años o más. No solo son las nuevas tecnologías y las modernas formas de la información, incluso han cambiado las categorías analíticas y las formas en cómo interpretamos los acontecimientos.
Estamos en una nueva era, lo que los expertos llaman Era de la informática, otros le dicen Edad de las nuevas tecnologías. Lo que ayer era hoy no es, y lo que hoy es ni siquiera lo imaginamos. Estos cambios han innovado nuestros comportamientos culturales, nuestras formas cotidianas de enfrentarnos con la realidad. El cómo vivimos en nada se compara con el de hace un par de décadas. Si eso es así, iluso sería no pensar que también la política y sus formas y prácticas han sido transformadas desde la raíz. Todo partido político que desprecie esta realidad va al despeñadero. Surgen entonces las preguntas: en un mundo cambiante, en una nueva era, ¿cada ente político cómo ha cambiado? O ¿cómo se ha adaptado a esta nueva realidad?
Antes, la guerra en El Salvador tuvo un escenario geográfico (los más simbólico, las montañas de Guazapa, Perquín y Chalatenango). Hoy, la guerra se libra en las mentes y a ella se llega por la opinión pública, que tiene su propia ciencia para estudiarla y comprenderla. Los que abren su teléfono inteligente, por ejemplo, no saben que detrás de este aparato hay gentes más inteligentes que les están manipulando y arrebatando su conciencia a partir de la información, condicionándoles su forma de ver el mundo.
No se trata solo de aceptar que existen nuevas tecnologías. Para reconocer que los tiempos han cambiado vertiginosamente hay que saber leer los signos de los tiempos, y no es fácil. Para ello se necesita honestidad intelectual y estar apegado a la verdad.
Tesis para afrontar un período electoral
Desde mi punto de vista, el FMLN, para obtener una nueva victoria electoral en las elecciones presidenciales del próximo año, debe atender a las siguientes tesis, que apenas esbozo, por razones de espacio.
Tesis 1. Reencontrarse consigo mismo. Volver a su propio origen, a su propio pozo. El FMLN tiene su origen bien marcado en la organización comunal –su células–, ahí está su fuerza. Su poder no es electoral, es ciudadano, su poder es político, a partir de los Comités de Base: ahí es donde se genera la conciencia política. Ahí se construye la ciudadanía.
Tesis 2. Descubrir sus errores, reconocerlos y corregirlos. Aquí no hay nada que explicar. El FMLN ha de tratar de dilucidar el mensaje de la población en las elecciones del 4 de marzo, en donde disminuyó notablemente el número de sus votantes. Sugiero hacerlo de forma sistematizada y sistémica. Un buen estudio cuantitativo y cualitativo con su militancia. Aplicar una buena metodología que permita ver con claridad a dónde apuntan las bases.
Tesis 3. La relación dialéctica partido-gobierno debe ser manejada con sabiduría. Una frase popular lo ilustra de mejor manera: “Ni tanta luz que queme al santo ni tan poca que no lo alumbre”. Evitar que todas las culpas por los errores del gobierno calen y castiguen al partido. Saber distanciarse y saber acercarse.
Tesis 4. Coherencia entre el decir y el hacer. El discurso y las prácticas políticas deben estar en consonancia y no separadas. La palabras “praxis” en griego es compuesta, conformada por: “logos” –conocimiento, estudio– y “tecné” –práctica, ejecución–. No existe praxis verdadera separando ambas cosas. Si tus palabras dicen una cosa y tus prácticas otra, la ciudadanía las ve y las juzga, las cuestiona y si no corriges, castiga.
Tesis 5. Ser implacable con la corrupción. No tolerar entre sus miembros ni entre su dirigencia prácticas corruptas, ni hechos corruptos. Los funcionarios del partido a quienes se les comprueben acciones de corrupción deben ser sancionados públicamente. A la primera sospecha, iniciar una investigación en forma transparente, respetando los procesos y la legalidad, a fin de crear precedente y confianza en la población.
Tesis 6. Alianzas estratégicas sin sacrificar su propio ser. Tal como está configurado el sistema electoral en El Salvador, no hay posibilidad para victorias arrolladoras de una sola fuerza política. Para triunfar toda fuerza política necesita de alianzas. El FMLN, si desea ganar un tercer período presidencial debe trabajar desde ya una enorme alianza sin sacrificar su programa. Esta alianza estratégica debe ser, como en sus orígenes, de todos los sectores de la población: maestros, campesinos, obreros, intelectuales, juventud, enfermeras, médicos, abogados, sector informal, sindicatos, empresa privada, vigilantes privados, policías, militares, amas de casa, jubilados (aquí no caben los mareros ni delincuentes) tan amplia que le permita llamar a los “descarriados” y a los expulsados y sobre la base de un buen acuerdo, un pacto honesto, afrontar los tiempos venideros.
Y tesis 7. Crear un verdadero ejército de las percepciones. La más importante, las comunicaciones. No porque esa sea mi especialidad como director de un semanario, sino porque los nuevos tiempos así lo requieren. Un ejército digital y real que lleve por todo el país las ideas, el programa, las razones de la izquierda. Es un ejército de las percepciones que desde todas las formas posibles de comunicación, sin despreciar ninguna, con una verdadera estrategia comunicacional cubra cada segmento de la ciudadanía. Que nadie en El Salvador ignore lo que pasaría si no se apoya su programa.