Varios países están considerando la eliminación gradual de ciertas fuentes de energía eléctrica en el futuro, pero hasta ahora estas sustituciones de combustibles han sido fenómenos muy inusuales. Alemania y Reino Unido son dos de los pocos países que (casi) han eliminado un combustible por motivos climáticos o medioambientales. Y están descubriendo que el trabajo no se detiene cuando termina el consumo doméstico.
Alemania casi ha logrado el objetivo principal de la eliminación nuclear. Ya se han cerrado un total de 13 plantas nucleares, 11 de ellas después del desastre de Fukushima en 2011, y las últimas seis se desconectarán a finales de 2022. Con independencia de lo que se piense de las ventajas de cerrar una fuente de electricidad de bajas emisiones de carbono en medio de una crisis climática, es alentador que Alemania haya sido capaz de eliminar las centrales energéticas no deseadas en un proceso coordinado y evitar los apagones que algunos críticos habían predicho.
Sin embargo, para el ministerio de Medio Ambiente alemán, el trabajo queda “lejos de estar terminado”. En un documento oficial de marzo, decía: “La salida nuclear no estará terminada a finales de 2022. Aún existen riesgos nucleares que requieren una acción firme”. El primer paso es cerrar dos “fábricas nucleares” en el Estado de Renania del Norte-Westfalia, una que enriquece uranio y otra que produce combustible nuclear, en este momento principalmente para Francia y Bélgica. Es hora de “poner fin a una situación insoportable en la que las centrales nucleares extranjeras cercanas a la frontera están siendo operadas con elementos de combustible alemanes”, dice el ministerio.
El documento también enfatiza la necesidad de encontrar un almacenamiento a largo plazo para los desechos nucleares de Alemania. Después de anteriores pasos en falso, Alemania ha comenzado una nueva fase en este controvertido y tortuoso proceso: el gobierno ahora espera seleccionar un sitio para un depósito de almacenamiento para 2031 y comenzar a llenarlo con desechos nucleares para 2050, destinado a ser seguro durante un millón de años. Esa parte de la salida nuclear de Alemania no se terminará en mucho tiempo.
Fuente: Internationale Politik Quarterly
Lugar de nacimiento y muerte del carbón
Reino Unido está eliminando gradualmente un combustible diferente. Después de haber proporcionado el 40% de la electricidad del país en 2012, el carbón es responsable de menos del 3% de la misma en la actualidad. La fecha límite oficial para la eliminación de este combustible en Reino Unido es octubre de 2024, pero la energía que produce ya es insignificante: solo tres plantas de carbón permanecen activas en el sistema eléctrico del país.
“Completar la salida” aquí significa lidiar con los remanentes de la industria del carbón británica. La minería del carbón ha experimentado un fuerte declive desde la década de los sesenta y ya no vende mucho a las centrales eléctricas británicas. Sin embargo, los fabricantes británicos todavía utilizan carbón, por ejemplo, para altos hornos en la industria del hierro y el acero, y todavía hay un puñado de minas de carbón a cielo abierto en funcionamiento en todo el país. ¿Qué se debe hacer con ellas y qué hay de las nuevas minas?
El debate actual se centra en una nueva mina de carbón planificada para la ciudad de Whitehaven en la costa de Cumbria en el noroeste de Inglaterra, que sería la primera nueva mina de carbón profunda abierta en Reino Unido en 30 años. Dado que la mina produciría coque para la industria del acero, donde no existe una fecha de eliminación nacional para el uso de carbón, los defensores de la industria argumentan que la eliminación del carbón en la electricidad es irrelevante. Otros partidarios señalan que Reino Unido hoy importa la mayor parte del carbón (coquizable) que utiliza para la producción de acero de Estados Unidos, Rusia y Australia. Argumentan que producirlo en Whitehaven crearía varios cientos de puestos de trabajo locales y reduciría las emisiones de transporte de las importaciones: la oficina de planificación local en Cumbria llegó a hacer la dudosa afirmación de que la mina sería “neutral en carbono” por esta razón. Robert Jenrick, secretario de Estado de Vivienda, Comunidades y Gobierno Local, inicialmente decidió no bloquear la mina, calificándola de decisión local.
Para los que se oponen al proyecto, sería absurdo que Reino Unido abriera una nueva mina de carbón en 2021 y socavara su reputación como líder climático meses antes de albergar la cumbre COP26 en Glasgow. El presidente del órgano asesor climático del gobierno, Lord Deben, escribió recientemente a Jenrick para advertir de que la mina aumentaría las emisiones de carbono nacionales y no haría nada para ayudar a la transición de Reino Unido hacia tecnologías de fabricación de acero más limpias, que utilizan electricidad e hidrógeno. Jenrick cambió de rumbo en marzo y ordenó una investigación pública sobre la mina Whitehaven; sería una sorpresa si el proyecto siguiera adelante ahora.
Primer paso: detener la quema
Estos esfuerzos por finalizar las eliminaciones graduales son presagios de los debates de salida de combustible que están por venir. Los países pioneros dejarán de usar un combustible para generar electricidad y luego surgirán preguntas más complicadas sobre lo que significa una eliminación gradual. ¿Qué pasa con los usos industriales del combustible eliminado? ¿Debería el país importar productos y electricidad producidos utilizando el combustible en el exterior, y cómo deberían gravarse estas importaciones? ¿Deberían los ciudadanos invertir en proyectos que quemen el combustible en otros países? ¿Cómo garantizar que las minas y los pozos viejos se limpien de forma segura y que los trabajadores de la industria encuentren otros trabajos?
También hay consideraciones de política exterior en juego porque los países vecinos a veces no están de acuerdo sobre qué combustibles eliminar. En 1970, Alemania, Reino Unido y Países Bajos firmaron el Tratado de Almelo, que los compromete a cooperar en instalaciones de enriquecimiento de uranio como la de Gronau en Renania del Norte-Westfalia. Esto significa que el gobierno alemán probablemente tendrá que negociar con empresas y otros países para cerrar la instalación.
Los Estados miembros de la Unión Europea también batallan ahora con esta cuestión en el contexto de la Taxonomía de Finanzas Sostenibles de la UE, que determina qué inversiones obtienen una etiqueta verde. Según los informes, la UE clasificará ciertas plantas de gas fósil de bajas emisiones como verdes y, asumiendo que sigue el asesoramiento de sus asesores científicos en el Centro Común de Investigación, determinan que la energía nucleoeléctrica también es sostenible. Pocos Estados miembros estarán de acuerdo con ambas decisiones.
Por ahora, la mayoría de los países se encuentran en la etapa inicial de eliminación gradual de combustible. Pueden decir, parafraseando a la ex primera ministra británica Theresa May respecto al Brexit, que “salir significa salir”, es decir, que dejarlo significa dejarlo, y dejar los detalles para más adelante.
Versión en inglés en la columna Carbon Critical del Internationale Politike Quarterly.