El Foro Económico Mundial organizado en Davos (Suiza) es, ante todo, un gran bazar donde la mercancía principal es la palabra. Gideon Rachman, analista del Financial Times y habitual del foro, lo define más gráficamente: “Davos es básicamente una tertulia”. Una con pretensiones, por supuesto. Las ideas son lanzadas, las opiniones compartidas, pero rara vez, en palabras de Rachman, se toman decisiones en firme. Davos es otra cosa. Cada año, a finales de enero, personalidades del mundo de la política, la economía y las finanzas (séquito incluido) se reúnen en las montañas suizas a charlar sobre cómo marchan las cosas, con el objetivo de, como indica el propio foro, “mejorar la situación del mundo”.
¿Cuáles son los temas que han dominado la agenda de Davos este año? La cuestión principal, que marca el debate desde hace años, es el trasvase de poder político y económico de Occidente a Oriente, anunciado en el lema del Foro 2011: “Unas normas comunes para la nueva realidad”. La nueva realidad se ha impuesto este año de manera simbólica, con la fuerte presencia de las delegaciones de los países emergentes (China, India, Rusia o Brasil) y el bajo perfil estadounidense. En cuanto a las normas comunes, aún queda un largo camino por recorrer.
Otra de las características de Davos es la falta de certidumbre. Su fama de oráculo defectuoso es inmerecida, aunque a veces acierte, pues se maneja en un mundo de realidades volátiles y cambios vertiginosos. Así pues, lo que prima en los debates y los contados pronósticos es la incertidumbre, siempre acompañada por una corte de riesgos.
De los temas que más temores ha despertado es la crisis de deuda soberana que sufren los países de la eurozona. Los líderes de Alemania, Francia y Reino Unido se han pasado por Davos para defender el euro, sus políticas de reformas y la fortaleza de sus economías. No todos han asentido ante las palabras de David Cameron, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel. El optimismo generalizado (eso sí, moderado) acerca de la salida de la crisis no ha evitado que se señalen ganadores y perdedores, con lo que recuperamos la trama del mundo en cambio.
En una economía mundial que retoma la senda del crecimiento, no todos salen del túnel a la misma velocidad. La locomotora está formada por China, punta de lanza del mundo emergente, con India, Brasil, Rusia y Asia y América Latina en general saliendo de la crisis a toda velocidad. En segundo lugar aparecerían Estados Unidos y los países que mejor han capeado los problemas: Canadá, Suecia, Noruega, Finlandia o Australia.
Y en el furgón de cola, los grandes países europeos, a pesar de los buenos números alemanes, y Japón. Mientras los emergentes crecerán por encima del 6% y EE UU alrededor del 3%, la zona euro y Japón no llegarán al 2%.
Para más información:
Gideon Rachman, «What’s on the mind of Davos man?». Financial Times, enero 2011.
Timothy Garton Ash, «Los espectros optimistas de Davos». El País, enero 2011.
Editorial, «El mundo emergente». Política Exterior núm. 127, septiembre-octubre 2010.