En las últimas décadas, la dimensión militar ha venido perdiendo peso dentro de la configuración de la presencia de los países en el mundo, bien a favor de la dimensión blanda o de la económica. Pero en los últimos años, tal y como se señala en el Informe Elcano de Presencia Global 2016, el incremento del número de conflictos armados y los efectos de la crisis sobre las dimensiones económica y blanda están devolviendo cierto protagonismo a las formas de presencia dura, aunque de manera desigual.
Si comparamos la presencia militar de cada región del mundo en 2015 con los datos de 2005, vemos el descenso en términos absolutos en las regiones más desarrolladas frente al aumento en las emergentes (fundamentalmente Asia y Pacífico), pero también en América Latina. No obstante, la dimensión militar tiene un bajo peso en la proyección exterior de la región (1,8% de su presencia global en 2015) en comparación con otras zonas (8,6% en Norteamérica, 4,1% en África Subsahariana o 2,6% en Asia y Pacífico) y registra, además, una tendencia decreciente desde 1990 (ese año suponía el 12,9% de su presencia).
Esta tendencia se explica, por un lado, por el fuerte aumento en las últimas décadas de otras formas de proyección exterior (fundamentalmente variables económicas), superior a los aumentos de presencia militar y, por otro lado, por la localización de los conflictos armados en otras regiones del mundo.
Fuente: Banco Mundial
América Latina es una de las regiones con menor gasto en defensa en el mundo, según datos del Banco Mundial (gráfico 1), y en cierta medida una de las regiones más pacíficas en comparación con el número de conflictos armados que se producen en otras regiones. Esto no quiere decir que no existan conflictos activos o latentes en la región (ni mayor o menor grado de seguridad ciudadana), si no que éstos se producen en el interior de los Estados y no entre ellos, al menos de manera visible.
Según el informe Conflict Barometer 2015 del Heidelberg Institute for International Conflict Research (HIIK), de las 19 guerras que se desarrollaron en 2015, nueve se situaban en África Subsahariana, seis en Magreb y Oriente Medio, dos en Asia y Oceanía, una en Europa y una en América Latina. Ese único conflicto catalogable como guerra en la región sería, según este informe, el conflicto en México entre cárteles de la droga, calificando como “conflictos de elevada violencia” la situación en Colombia (por un lado el de las FARC, pero por otro el de paramilitares, militantes de derecha y cárteles de la droga), otra en México (conflicto entre paramilitares y cárteles de la droga), y El Salvador (las maras).
Dado ese carácter no internacionalizado de los conflictos en América Latina a diferencia, por ejemplo, de varios casos en el continente africano, la dimensión militar adquiere poca relevancia en la región. El Índice Elcano de Presencia Global mide la proyección exterior que, en el caso militar (medida por el número de tropas desplegadas y por el equipamiento militar necesario para ese despliegue) se vería determinada por la participación en conflictos en otras partes del mundo y no por la existencia de conflictos internos. No obstante, esto último podría tener cierto reflejo en la medida en la que obligaría a un mayor presupuesto militar, que si bien no se tendría por qué traducir en mayor despliegue de tropas sí podría hacerlo en una mejora del equipamiento militar. Sin embargo, esta correlación tampoco se refleja en términos de presencia exterior por las características del propio conflicto. Es el caso de Colombia, donde las mejoras se han producido en tipos de equipamiento (por ejemplo, helicópteros) que no están pensados para despliegues en grandes distancias y, por tanto, no se incluyen en el cálculo del índice, que sí incluye el número de portaviones, buques anfibios, fragatas, destructores, cruceros, submarinos de propulsión nuclear, aviones de transporte y cisterna.