América Latina tiene una presencia exterior comparativamente reducida dado su tamaño. En comparación con el resto de regiones del mundo, ocupa el tercer y cuarto lugar en términos de población y PIB, respectivamente, mientras en el ranking de presencia global se encuentra en quinto lugar, no solo a gran distancia de las regiones más dinámicas sino también por debajo de Oriente Próximo y Magreb.
A pesar del elevado peso relativo de su presencia blanda –un 46,8% de su presencia global en 2015, similar a las regiones más desarrolladas (Europa y Norteamérica)–, en términos absolutos la región cae en 2015 al quinto puesto por debajo de Oriente Próximo, tras haberse mantenido en el cuarto desde principios de los noventa. Ello se debe al reducido crecimiento que la presencia blanda de América Latina ha experimentado en el último año (pasando de 478,1 a 479,9 puntos de valor índice) tras cuatro años de importantes subidas que, no obstante, también se han registrado en otras regiones.
Dentro de la dimensión blanda latinoamericana, destaca la importancia de su presencia en información –un 22.8% del total en 2015–, seguido por turismo (7,7%) y deportes (7,2%). De hecho, el rasgo más característico de la dimensión blanda de América Latina cuando se compara con otras regiones es el elevado peso de la información. En sí mismo, este no es necesariamente un elemento positivo o negativo: los altos registros pueden deberse a acontecimientos desestabilizadores como guerras o desastres naturales que disparen el interés mediático de un país o región, como ocurre en el caso sirio. En el caso de América Latina, este hecho se debe, por un lado, a una elevada presencia en medios de comunicación y desarrollo de infraestructuras de telecomunicaciones, que le permite mantener el cuarto puesto a nivel mundial en este indicador, por encima de Oriente Próximo a pesar de sus numerosos conflictos y relativamente cerca del tercer puesto de Norteamérica, lo que da una idea del peso informativo de los países latinoamericanos. Pero, por otro lado, esta posición responde en parte a la escasa presencia de América Latina en otros indicadores de la dimensión blanda.
El turismo acentúa su crecimiento como consecuencia de las estrategias de diferentes países de la región que han apostado por este sector para compensar las bajadas de precios de recursos naturales, como Perú, República Dominicana o México. Sin embargo, el indicador sigue teniendo un bajo peso comparado con otras regiones ya que el turismo intrarregional, que según la OMT supone, a escala mundial, cuatro quintas partes del total, es especialmente reducido en América Latina. No obstante, dado el potencial existente y las políticas orientadas al sector, no sería de extrañar que el peso del turismo siguiera aumentando mientras la situación de bajos precios de las materias primas se mantenga.
También es preocupantemente el bajo desempeño en tecnología (patentes orientadas al exterior), que se encuentra mucho más cerca del último puesto del África Subsahariana que de Oriente Próximo. Este dato está muy vinculado con el tipo de inserción productiva que tiene la región en la economía mundial basada, como reconoce la CEPAL, en la especialización en recursos naturales y en actividades con un componente tecnológico reducido. En menor medida, pero también muy reducido es el atractivo regional en educación (matriculaciones de estudiantes extranjeros de educación terciaria) donde, de nuevo, ocupa el quinto puesto por regiones. Por último, en cooperación al desarrollo, más incluso si tenemos en cuenta que la mayoría de los flujos oficiales de ayuda al desarrollo de la región provienen de Venezuela.