Cumbre UE-Rusia: más allá de la interdependencia energética

 |  6 de junio de 2013

 

Rusia está cambiando. La tercera presidencia de Putin no cuenta con el mismo apoyo que hace una década. Una importante aunque dividida oposición al Kremlin muestra que el poder del presidente ya no es lo que era.  La “democracia controlada” dejó paso a mayores problemas económicos y medidas de coerción. El intercambio de papeles entre Putin y Medvédev y el amaño de las elecciones a la Duma el 4 de diciembre derivaron en varias manifestaciones en ciudades rusas, entre ellas, la celebrada en la plaza Bolotnaya en Moscú por unas “elecciones limpias”. Las clases medias urbanas concentran el descontento popular, pero no son las únicas, pues la decepción incluye desde liberales a nacionalistas. No obstante, los rusos no son amigos de las revoluciones.

Con esta nueva Rusia se reunió la UE en la Cumbre celebrada el 3 y el 4 de junio en Ekaterimburgo. Europa atraviesa dificultades internas que dividen a la región, y el servicio europeo de acción exterior, representado por la ministra Catherine Ashton, continúa en una fase embrionaria, con problemas de coherencia, cohesión y visibilidad. Por su parte, Putin pierde progresivamente legitimidad ciudadana,  y aunque interesado en la asociación con Europa, sobre todo en materia comercial (el intercambio UE- Rusia fue de más de 336.000 millones de euros en 2012), no parece dispuesto a renunciar a sus propios intereses. La interdependencia económica es elevada, siendo la UE el principal socio de Rusia, tanto en exportaciones como en importaciones. Por su parte, la UE es muy dependiente del suministro de energía ruso (petróleo y gas).

En la Cumbre se ha logrado un acuerdo para impulsar conjuntamente la conferencia internacional sobre Siria, a pesar de las diferentes posturas tomadas ante el conflicto. Se estancó, sin embargo, el tema de los visados, debido a la condición rusa de exigir datos personales a los pasajeros aéreos a partir del 1 de julio. Tampoco se logró avanzar en energía, pues Putin se niega a diversificar Gazprom según establece la normativa europea para operar en su territorio.

Aún hay mucho que discutir, muchas diferencias de percepción, muchas historias que construir, pero la convergencia política ha de resolver diferencias más que enfrentarlas.

“Las buenas relaciones Bruselas-Moscú son esenciales para su prosperidad, para la estabilidad de los países del Este del continente y Transcaucasia, así como para la seguridad global”, afirma José Enrique de Ayala, en su artículo para Política Exterior. Europa necesita pensar cómo abordar los cambios que se producen en el país e incluso considerar cómo se relacionaría con una Rusia sin Putin. Kadri Liik explica, en un informe de ECFR, cómo lidiar con este nuevo panorama: más trabajo en materia de seguridad energética e iniciativas contra la corrupción; alcanzar un acuerdo realista respecto a la situación de Siria e Irán, sin ceder en materia de democracia y derechos humanos al lograr esta cooperación; y conseguir una política exterior única, para que Putin no pueda explotar la indecisión europea a su favor.

 

Para más información:

Jose Enrique de Ayala, «Carta de Europa: UE- Rusia, convergencia necesaria». Política Exterior 146, marzo-abril 2012.

Dmitri Trenin, «Rusia: el resurgimiento de la política». Política Exterior 146, marzo-abril 2012.

Ben Judah, Jana Kobzova y Nicu Popescu, «¿Cómo debe la UE tratar con una Rusia post-Bric?». Política Exterior 146, marzo-abril 2012.

Kadri Liik, «Regime change in Russia«. ECFR, mayo 2013.

 

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