De izquierda a derecha, en primera fila, Evo Morales (Bolivia), Mauricio Macri (Argentina), Martín Vizcarra (Perú), Luis Almagro (OEA) y Hubert Minis (Bahamas). PRESIDENCIA DE PERÚ.

VIII Cumbre de las Américas: ¿algo más que retórica y lucha contra la corrupción?

Héctor Centeno Martín
 |  16 de abril de 2018

El problema de la corrupción es hoy día un asunto de primordial interés no solamente en este hemisferio, sino también en todas las regiones del mundo. La corrupción en los sectores público y privado debilita la democracia y socava la legitimidad de los gobiernos e instituciones (Punto 5. “Lucha contra la Corrupción”, Plan de Acción, I Cumbre de las Américas, Miami, 1994).

 

Los días 13 y 14 de abril, en la ciudad de Lima (Perú), se celebró la VIII Cumbre de las Américas con el objetivo de caminar hacia una mejor “gobernabilidad democrática frente a la corrupción”. Veinticuatro años y siete cumbres después, representantes de los Estados de todos los países del continente americano se dieron cita, como en 1994, para desarrollar un nuevo plan de acción de lucha contra esta pandemia que asola el continente.

La cumbre llegó a Lima en medio de una crisis política que provoca el descrédito de las instituciones latinoamericanas. Mientras que en Perú todos los expresidentes están presos, prófugos o investigados, en Brasil el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva ha sido recientemente condenado por sobornos recibidos de la constructora OAS. Financiación irregular o sobornos de constructoras como Odebrecht y OAS ensucian las manos de muchos de los dirigentes de una región que parece caminar hacia la ingobernabilidad.

 

Las ausencias

Sin embargo, toda la atención mediática estuvo centrada en las ausencias. Las dos principales fueron la del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. En el primer caso, el máximo mandatario norteamericano prefirió monitorear los bombardeos estratégicos en Siria a causa del supuesto uso de gas sarín y de cloro por parte del régimen sirio en Guta Oriental. La geopolítica manda. A Trump le sustituyó el vicepresidente, Mike Pence.

En cuanto a Venezuela, el expresidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, con el apoyo de los dieciséis países restantes que integran el Grupo de Lima, negó la invitación al líder venezolano. Sí acudió, en su lugar, una delegación de parlamentarios.

Otras de las ausencias notadas fue la del presidente de Cuba, Raúl Castro, quien dejará el cargo el próximo 19 de abril. La Isla estuvo representada por el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez. Por último, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, quien ya se encontraba en Lima, tuvo que regresar tras conocerse la noticia del asesinato de dos periodistas y un chófer de El Comercio de Ecuador. En total, 34 países estuvieron representados, de los cuales la mitad lo fueron por sus presidentes. Preocupante que solo dos fuesen mujeres.

 

VIII Cumbre Americas_inauguracion

 

Una inauguración con polémica

La VIII Cumbre de las Américas fue inaugurada por Martín Vizcarra en el Gran Teatro Nacional. En su discurso realizó una radiografía de la corrupción en América Latina, apoyada en datos alarmantes. Apuntó que el 2% del PIB global, 1,5 billones de dólares, se pierde en el pago de sobornos, a lo que habría que sumar otras modalidades como la malversación de fondos o el robo de activos públicos. Además, señaló la desigualdad que provoca la corrupción en los Estados, y llamó a la adopción de medidas concretas, a trabajar en una educación en valores y al empoderamiento de la mujer. También se mostró muy crítico con el incumplimiento de la Agenda 2030 y los objetivos de la I Cumbre de las Américas celebrada en Miami.

La polémica de la inauguración fue protagonizada por la delegación cubana, encabezada por su vicecanciller, Rogelio Sierra, cuando abandonó la sesión en muestra de rechazo al presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, después de que este pronunciara unas palabras de crítica al régimen de la Isla.

 

La sesión plenaria contó con otros asuntos protagonistas

Cuatro fueron los asuntos principales que coparon las intervenciones de los líderes nacionales. Los dos primeros de condena, por una parte, al asesinato de los tres trabajadores de El Comercio; por otra, al supuesto uso de armas químicas contra población civil en Siria.

Una cuestión que no podía estar ausente fue la crisis en Venezuela. Al apoyo a la decisión de no invitar a Maduro se sumó la petición realizada por 15 jefes de Estado y de gobierno, más el vicepresidente de EEUU, para la celebración de elecciones con plenas garantías democráticas. Sin embargo, no todos los países se pronunciaron a favor de esta decisión. Los mandatarios de Bolivia, Cuba, Surinam, Dominica, Belice y Granada criticaron la decisión de excluir a Venezuela de la Cumbre y la injerencia en su soberanía nacional.

En relación con el sujeto que les congregaba, los mandatarios centraron sus discursos en la lucha contra la corrupción, con un tono pausado y, en ocasiones, sin demasiado contenido. Fuera de esta línea se situó el presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien con un tono más enérgico encabezó la autocrítica de la región latinoamericana y se mostró convencido y comprometido con reducir drásticamente los niveles de corrupción en los próximos diez años. Otras intervenciones que se salieron del formalismo propio de la sesión fue la del primer ministro de Bahamas, Hubert Minnis, quien destacó la importancia de la educación para combatir la corrupción, así como la del jefe de Estado de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, quien puso una nota de realismo y, menos entusiasta, apuntó que la solución a la corrupción no se consigue en un año.

El final de la sesión estuvo marcado por las críticas del vicepresidente de EEUU, Pence, al régimen cubano y la respuesta del canciller de Cuba, Rodríguez, reafirmando su ideología política. Dos turnos de palabra dignos de The Age of Extremes de Eric Hobsbawm.

 

La VIII Cumbre de las Américas: más allá de la corrupción

Los acontecimientos vividos en Lima demostraron que los objetivos de los mandatarios no estuvieron centrados únicamente en la gobernabilidad frente a la corrupción. Existieron otros objetivos políticos. En primer lugar, volvieron a relucir afrentas históricas, viejas batalla del siglo XX, el enfrentamiento entre dos modelos, comunismo y capitalismo, hoy representados por EEUU, por una parte, y Cuba, Venezuela y Rusia, por otra. En segundo lugar, Vizcarra tenía una gran oportunidad para condenar la corrupción y comenzar con alguna credibilidad su mandato. Y, por último, Piñera aprovechó su discurso en la Cumbre para llegar bien posicionado a la reunión del G-20, después de que Chile haya sido invitado por primera vez.

 

VIII Cumbre Americas_alianza pacifico

 

En el plano económico, esta cumbre marcará un punto de inflexión para la Alianza del Pacífico. Después de una reunión entre los mandatarios fundadores –Perú, Chile, Colombia y México– con el presidente de Canadá, Justin Trudeau, parece más que encaminada la incorporación de Canadá a la Alianza. Finalmente, EEUU venía a defender su plaza económica ante la creciente entrada de China en el mercado latinoamericano.

 

El Acuerdo de Lima: ¿algo más que retórica?

Vizcarra puso fin a la VIII Cumbre de las Américas pidiendo de nuevo a Venezuela la celebración de elecciones libres y leyendo alguno de los puntos del Acuerdo de Lima. Entre estos destacan el fortalecimiento de las instituciones democráticas, el desarrollo de una cultura de transparencia, la promoción de los gobiernos abiertos y digitales, la tipificación penal de los actos de corrupción, o la cooperación entre las distintas autoridades del Estado contra la corrupción.

El Acuerdo de Lima consta de 57 puntos y está avalado por todos los Estados, a quienes corresponde decidir sobre la forma de implementación de los compromisos. “Basta de retóricas, la lucha contra la corrupción requiere de acciones concretas”, sentenció Vizcarra. Ahora solo resta trabajar o, de lo contrario, otros mandatarios, pero los mismos problemas, podrían volver a encontrarse siete cumbres y 24 años después.

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