Seguidores de Bolsonaro, en un mitin en São Paulo, el 21 de octubre de 2018. GETTY

Cuatro claves de las presidenciales en Brasil

Esther Solano Gallego
 |  25 de octubre de 2018

A las vísperas de la segunda vuelta electoral más importante de la historia reciente de Brasil, reflexionamos sobre algunas de las cuestiones más relevantes que han permeado este inacabable mes de octubre imponiendo una nueva forma de pensar la política brasileña.

 

1/ La renovación bolsonarista del Congreso brasileño

El gran vencedor de la primera vuelta electoral fue Jair Bolsonaro (Partido Social Liberal, PSL) con un 46,03% de los votos. Con ocho segundos de campaña electoral en la televisión y un partido desconocido, este resultado valdría por si solo para ser histórico, pero la onda bolsonarista no acaba por aquí. En paralelo a las elecciones presidenciales también se escogieron los nuevos diputados estatales y federales, senadores y gobernadores. El 7 de octubre los brasileños dieron varios recados contundentes en las urnas, pero tal vez el más claro de todos fue: queremos renovación.

Caciques históricos de la política brasileña se quedaron por primera vez sin escaño. Grandes nombres de la política nacional desaparecieron del mapa, como el caso emblemático de Romero Jucá, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), vicelíder del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, líder de los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, ministro fuerte de Michel Temer, actual presidente del MDB. Jucá se presentaba a su reelección como senador por Roraima. Se quedó fuera, como tantos otros, incluida la propia Rousseff que intentó una candidatura de senadora por Minas Gerais. El Senado y la Cámara de los Diputados tendrán la mayor renovación de las últimas décadas, renovación que vino de la mano del partido de Bolsonaro, el PSL, que pasa de unos insignificantes ocho escaños a 52, el segundo mayor grupo parlamentario después del Partido de los Trabajadores (PT) y concentrando algunos de los diputados más votados de la redemocratización brasileña.

El gran perdedor de la primera vuelta fue el partido que tradicionalmente ha representado el centroderecha en Brasil, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que pasa de 49 a 29 diputados. A nivel presidencial, la polarización política brasileña siempre ha sido entre el PT y el PSDB, pero esta vez el candidato tucano, Geraldo Alckmin, acabó con un irrisorio 4,76% de los votos. El centro-derecha ha sido barrido del mapa. Una nueva polarización está en curso: PT versus PSL, es decir, centro-izquierda versus derecha o ultraderecha.

 

2/ El renacimiento del PT y del anticomunismo

Después del impeachment de Rousseff en 2016 y la prisión de Lula en 2018, con un antipetismo galopante potencializado al extremo por la candidatura de Bolsonaro, muchos daban al PT por muerto; sin embargo, el petismo ha logrado erguirse de nuevo. Fernando Haddad consiguió 29,28% de los votos en la primera vuelta y el PT el mayor grupo parlamentario, 57 diputados. Haddad, un hombre que hasta ahora no representaba la cúpula partidaria, se coloca como posibilidad de futuro y renovación petista.

En paralelo a este resurgimiento del petismo, gran parte de la campaña de Bolsonaro, totalmente vacía de propuestas programáticas, ha sido construida a partir de una fuerte retórica de guerra fría, presentando al PT como extrema-izquierda y difundiendo el miedo irracional de la vuelta del fantasma comunista. Los delirios anticomunistas han permeado una campaña absolutamente demagógica del líder de la ultraderecha. La vieja estrategia de difundir el miedo cuando no hay nada para mostrar.

 

3/ La ‘whatsappización’ de la política

Una de las cuestiones más problemáticas en esta campaña electoral ha sido la táctica de utilización de Whastapp por Bolsonaro para diseminar fake-news. Las noticias falsas y la desinformación han contaminado de forma muy preocupante la esfera pública. Una campaña sucia y altamente eficaz basada en la difamación que echa por tierra las formas clásicas de hacer campaña. La guerra virtual llegó a su punto culminante cuando el 18 de octubre el periódico Folha de São Paulo reveló en su portada un supuesto esquema de millones de mensajes electorales por Whatsapp a favor de Bolsonaro financiados por diversas empresas, lo que constituye un delito electoral y tuvo como consecuencia una petición de impugnación de la candidatura de Bolsonaro en el Tribunal Superior Electoral por el PT. Veremos cuál es la consecuencia.

 

4/ Otros protagonistas: iglesias evangélicas y militares

Las iglesias evangélicas en Brasil son un incuestionable actor político, pero en esta elección han adquirido una relevancia especial. Numerosos pastores de diversas denominaciones pentecostales y neopentecostales predicaron desde sus iglesias que los fieles debían votar a Bolsonaro porque, según su particular interpretación de la Biblia, ser cristiano no era compatible con ser de izquierda.

Uno de los momentos más importantes de la campaña electoral fue cuando el obispo Edir Macedo, líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios y previamente seguidor de Lula y Rousseff, extendió públicamente su mano a Bolsonaro, ofreciendo incluso su poderoso canal de comunicación, la Rede Record. Es una paradoja interesante que uno de los pilares de la formación del PT, a finales de los años setenta y principios de los ochenta fuera la iglesia católica, especialmente sus comunidades de base. Sin embargo ahora, otras iglesias, las evangélicas, no solo reniegan de este pasado religioso petista, sino que demonizan al PT como si este fuese sinónimo de anti-religión y caos moral.

Por otro lado, la presencia cada vez mayor de militares en la política brasileña es uno de los elementos más destacables de esta elección. Bolsonaro, excapitán del ejército brasileño, tiene como candidato a vicepresidente a Hamilton Mourão, otro exgeneral. Varios de los posibles ministros para un gobierno Bolsonaro también son antiguos militares de alto rango: el exgeneral Augusto Heleno, para Defensa, y el exgeneral Osvaldo Ferreira, para el ministerio de Transportes, Puertos y Aviación Civil. Además, la representación de policías y militares en el Congreso, la llamada bancada de bala, ha aumentado de forma considerable: antes sin senadores, a partir de 2019 contará con 18. Entre los 52 diputados del PSL, 20 son militares o ligados a las policías militar o civil

Escribo este artículo sin saber el resultado de la segunda vuelta que el 28 de octubre enfrentará Bolsonaro y Haddad. La diferencia entre los dos candidatos es abismal y, por tanto, la diferencia de los posibles gobiernos de ambos también lo será. Sin embargo, los elementos anteriormente señalados han irrumpido con tanta fuerza en el escenario político brasileño que, independientemente de quién sea el futuro presidente, son cuestiones que formarán parte del cuadro político a partir de 2019. Grandes desafíos.

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