El acuerdo de alto al fuego que ha protegido al suroeste de Siria durante casi un año está al borde del colapso. Las fuerzas militares sirias se están concentrando en las zonas controladas por la oposición en las provincias suroccidentales de Daraa y Quneitra con el objetivo de una ofensiva para recuperarlos. El suroeste sirio entró en julio de 2017 en un intento de desescalada de las tensiones por el acuerdo de los tres garantes: Estados Unidos, Rusia y Jordania. Sin embargo, los tres Estados nunca acordaron desarrollar el proyecto mucho más allá de un alto al fuego inicial, abriendo un futuro incierto en la zona. Habiendo retomado los últimos enclaves de la oposición en Damasco y los alrededores de Homs, las fuerzas del régimen sirio están virando sus posiciones hacia el sur. Si los tres garantes de la zona esperan evitar una ofensiva militar y la peligrosa escalada regional que podría derivarse, deben negociar urgentemente un nuevo acuerdo para preservar y estabilizar la zona de “desescalada”, seguido de un acuerdo más amplio para el sur.
La ubicación del suroeste de Siria, encajada entre Jordania y los Altos del Golán –ocupados por Israel-, supone que una reanudación de la actividad militar sería particularmente explosiva. Israel ha lanzado una serie de ataques cada vez más destructivos contra territorio sirio en respuesta al afianzamiento militar de Irán en el país. Ambos países están luchando por la naturaleza y la duración de la presencia militar y la influencia política de Irán en Siria, incluida la proximidad de Hezbolá y otras fuerzas respaldadas por Teherán en Golán. Mientras tanto, Jordania teme un nuevo conflicto en el sur que involucre a grupos apoyados por Irán y a yihadistas suníes, lo que podría desembocar en oleadas de refugiados hacia su frontera.
Las fuerzas del régimen de Bachar el Asad parecen estar preparadas para recuperar el suroeste del país. Pero la ambición del régimen se ve atenuada por el peligro de desencadenar una respuesta israelí que a su vez podría provocar una escalada de tensiones entre Israel e Irán y, tal vez, amenazar su propia supervivencia. Alertada por el riesgo de perder sus posiciones en Siria, Rusia ha intervenido para negociar un acuerdo preliminar con Israel. Si tiene éxito, permitiría el afianzamiento del Estado sirio en el sur sin el acompañamiento de las milicias respaldadas por Irán. Por su parte, EEUU parece enfocarse en rechazar a Irán; este objetivo podría hacer que sea aceptable negociar un acuerdo para el suroeste que sea coherente con el plan de Rusia, siempre que Israel y Jordania estén de acuerdo.
En ausencia de un acuerdo, la alternativa es una ofensiva militar siria a gran escala en el suroeste, lo que tendría un terrible coste
La última ofensiva de la diplomacia puede evitar una batalla abierta por el suroeste. Para las tres partes involucradas en la desescalada, así como para Israel y el régimen sirio, las líneas generales de un acuerdo son relativamente claras, incluido el regreso del Estado sirio al suroeste y una zona paralela al Golán libre de fuerzas vinculadas a Irán. Pero las partes todavía tienen que dar cuerpo a los detalles de ese trato, incluido el momento del regreso del Estado sirio, o incluso qué implicaría esto exactamente. Este último punto es importante, porque aunque los actores internacionales pueden aceptar la restauración del Estado sirio en el suroeste, muchos rebeldes y residentes locales no lo harán. Si el régimen debe abstenerse de lanzar un asalto, un acuerdo negociado tiene que ser mínimamente satisfactorio para Damasco y sus aliados. Pero el acuerdo también debería ser sumamente complaciente con los sirios de la oposición para alentar, dentro de lo posible, la aceptación local y evitar un innecesario derramamiento de sangre.
En ausencia de un acuerdo, la alternativa sería una ofensiva militar a gran escala de las fuerzas sirias del suroeste, lo que supondría un coste terrible: afectaría en primer lugar a los sureños, pero también a Jordania, cuya frágil estabilidad podría ponerse en peligro; a Israel, que podría verse afectado por la posibilidad de quedar atrapado en una guerra que abarcase toda la región; y, finalmente, al régimen y a sus aliados rusos, para quienes una escalada supondría poner en peligro la supervivencia de Damasco y su sustancial inversión estratégica en Siria. Al menos por ahora, todavía existe la posibilidad de una alternativa negociada, pero solo si todas las partes reconocen la oportunidad y la aprovechan.
Este artículo fue publicado originalmente, en inglés, en la web de Crisis Group.