Fumio Kishida, Joe Biden, Jens Stoltenberg, Olaf Scholz, Ursula von der Leyen y Justin Trudeau en la Cumbre del Consejo del Atlántico Norte, donde discutirán las consecuencias de la invasión de Ucrania por parte de rusia y el papel de China en la crisis. (24 de marzo de 2022 en Bruselas, Bélgica). HENRY NICHOLLS /GETTY

China y Rusia unen a la OTAN y al Indo-Pacífico

El hecho de que Pekín se haya puesto del lado de Moscú tras la invasión de Ucrania ha provocado un alineamiento acerca de China dentro de la OTAN. Sin embargo, pese a la percepción común de las amenazas, en lo que respecta a las respuestas existe una gran diversidad de opiniones y enfoques.
Helena Legarda
 |  19 de julio de 2022

El Indo-Pacífico está muy lejos de Madrid, pero en la última cumbre de la OTAN, celebrada en la ciudad, tuvo un papel muy destacado. Los líderes de los cuatro socios indopacíficos de la OTAN – el partenariado del indopacífico (AP4): Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda– fueron invitados por primera vez a asistir a esta decisiva cumbre, en la que los aliados aprobaron un nuevo Concepto Estratégico. Esta hoja de ruta para la próxima década de la OTAN mantiene un fuerte enfoque en Rusia como la amenaza más directa para la alianza, pero también aborda los “retos sistémicos” que plantea China, lo que constituye una novedad.

A pesar de la atención prestada a Rusia en el marco de la actual guerra en Ucrania, el Indo-Pacífico ha entrado firmemente en el horizonte de la OTAN. La asociación de China con Rusia, junto con la decisión de Pekín de no distanciarse de Moscú tras la invasión, han desempeñado un papel fundamental a la hora de poner de relieve los vínculos entre los escenarios europeo e indopacífico. Esto puede conducir a una mayor presencia de los distintos aliados de la OTAN en el Indo-Pacífico, en cooperación con los socios regionales, un resultado que China había intentado evitar.

 

El factor China-Rusia

Todos los aliados de la OTAN comparten una creciente preocupación por el ascenso geopolítico y la capacidad de proyección de poder de China, así como por las repercusiones que pueden tener sobre el orden internacional basado en normas y el equilibrio de poder mundial.

En la actualidad, China no solo está asumiendo un papel central en los asuntos de seguridad del Indo-Pacífico, sino que también se está convirtiendo en un actor de seguridad cada vez más visible en Europa y su periferia. Y la “asociación estratégica” de Pekín con Rusia, reafirmada tras la invasión rusa de Ucrania, desempeña un papel clave en la configuración de la percepción de las amenazas de muchos aliados. Las maniobras militares conjuntas chino-rusas de los últimos años, tanto en Europa como en Asia Oriental, se han convertido en un punto de especial preocupación para las naciones de ambos escenarios.

 

«La ‘asociación estratégica’ de Pekín con Rusia, reafirmada tras la invasión rusa de Ucrania, desempeña un papel clave en la configuración de la percepción de las amenazas de muchos aliados»

 

El papel de la OTAN a la hora de enfrentarse a cualquier reto de seguridad que plantee China en la zona euroatlántica resulta evidente. Pero el papel de la Alianza en el Indo-Pacífico, si es que lo tiene, ha sido durante mucho tiempo controvertido.

Algunos miembros de la OTAN, como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, mantienen una presencia militar regular en el Indo-Pacífico, mientras que otros o no ven la necesidad de desplegarse en Asia ahora que Rusia se ha revelado como una amenaza clara y directa para Europa y/o no tienen las capacidades necesarias. Pero lo que parece claro es que la alianza no operará de forma colectiva en el Indo-Pacífico a corto plazo. “No hay forma de que la OTAN se traslade al mar de China Meridional”, según el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

¿Cómo piensa entonces la alianza “defender nuestros valores compartidos y el orden internacional basado en normas, incluida la libertad de navegación” frente a las “ambiciones declaradas y las políticas coercitivas” de China, especialmente en el Indo-Pacífico?

 

Cooperación con los socios globales

La respuesta consiste más en un planteamiento global que en una presencia global. Y la cooperación con los socios globales de la OTAN en el Indo-Pacífico constituye una pieza central del rompecabezas.

La presencia del partenariado AP4 en Madrid constituye un paso hacia este objetivo. También es una clara señal de que los aliados de la OTAN y sus socios del Indo-Pacífico comparten la preocupación por el comportamiento de Rusia y China en la escena internacional.

 

«El primer ministro japonés, Fumio Kishida, lo expresó de manera clara en Madrid: ‘Tengo la fuerte sensación de que Asia oriental puede ser el Ucrania de mañana’»

 

Aunque los retos de seguridad a los que se enfrentan los aliados de la OTAN hoy en día son bastante diferentes de los que deben afrontar los socios del Indo-Pacífico, parece que ambas partes son conscientes de que una cooperación más estrecha es la única forma de proteger eficazmente el orden internacional basado en normas. Los socios asiáticos han condenado la invasión rusa de Ucrania y han impuesto sanciones a Moscú como respuesta. A cambio, tratan de asegurarse el apoyo de la OTAN (y de Europa) para cualquier posible conflicto en Asia. El primer ministro japonés, Fumio Kishida, lo expresó de manera clara en Madrid: “Tengo la fuerte sensación de que Asia oriental puede ser el Ucrania de mañana”.

A pesar de los temores sobre que la política de sanciones de Occidente esté acercando a China y Rusia, lo cierto es que el alineamiento chino-ruso también está unificando a la OTAN y acercando a los países euroatlánticos a sus aliados y socios del Indo-Pacífico. Sin quererlo, Pekín y Moscú han conseguido establecer los vínculos entre la seguridad euroatlántica y la del Indo-Pacífico contra los que habían luchado durante mucho tiempo.

 

Cuidado con las divergencias

Sin embargo, a pesar de esta muestra de unidad en Madrid, no debe exagerarse la nueva alineación sobre China ni entre los aliados de la OTAN ni con los socios en otras partes del mundo. Puede que ahora exista una percepción común de la amenaza, pero en lo que respecta a las respuestas, existe una gran diversidad de opiniones y enfoques.

Dentro de Europa no se comparte del todo la perspectiva de que la rivalidad sistémica debe ser el marco dominante a través del cual se contemplen las relaciones con China. Y la visión estadounidense de China como “amenaza a largo plazo”  tiene muchos opositores dentro de la OTAN, especialmente en Europa Central y Oriental, para quienes Rusia es en cambio el principal desafío. Otros, como Alemania y Francia, se han opuesto a los intentos de meter en el mismo saco a Rusia y China (algo contra lo que se mostró públicamente el asesor de política exterior del canciller Olaf Scholz, Jens Plötner), y de considerarlas como amenazas iguales.

También existen divergencias entre los socios indopacíficos de la OTAN, que tienen políticas exteriores y opiniones muy diferentes respecto a China, así como sus propios intereses para conseguir una mayor coordinación con la OTAN. Australia y Japón, ambos miembros del Quad (los otros son Estados Unidos e India), son los más alineados con Washington en lo que se refiere a las relaciones con China, aunque ambos han subrayado la necesidad de mantener lazos estables con Pekín.

 

«Alemania y Francia, se han opuesto a los intentos de meter en el mismo saco a Rusia y China y de considerarlas como amenazas iguales»

 

Sin embargo, los intentos de los dirigentes chinos de lograr un deshielo en las relaciones con Australia tras la elección del primer ministro Anthony Albanese parecen no llegar a ninguna parte, ya que Canberra ha dado muestras de continuar con la dura postura del gobierno anterior respecto a China. La entrega por parte del ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, de una lista de exigencias para reconstruir la relación —que incluía “considerar a China como un socio y no como un rival” y “no dirigirse a ningún tercero ni ser controlado por ningún tercero” (una clara referencia a EEUU) — suscitó una respuesta inmediata por parte de Albanese, que declaró sin rodeos: “Australia no responde a exigencias”.

Y en Japón, el primer ministro Kishida Fumio ha adoptado una postura más dura frente a las actividades de China en la región y sigue apostando por la alianza de Tokio con Washington (que ha calificado de “piedra angular” de la política de seguridad de Japón) para aumentar la disuasión frente a China.

Pero mientras que en Pekín se considera que estos dos miembros del Quad están en el bando estadounidense, Nueva Zelanda y Corea del Sur son otra historia. El gobierno de la primera ministra Jacinda Ardern ha indicado que Nueva Zelanda no tiene intención de unirse a ninguna coalición dirigida a China. Y los estrechos lazos económicos del país con China, junto con el antiguo principio de mantener una política exterior independiente, probablemente limiten cualquier posible cambio en la política hacia China.

Corea del Sur, por su parte, considera a China menos prioritaria que Corea del Norte, su programa nuclear o la protección de su seguridad económica. El recién elegido presidente Yoon Suk-yeol ha articulado una visión de su país como “estado pivote global que seguirá una política exterior basada en valores, y ha anunciado que Corea del Sur lanzará su propia estrategia para el Indo-Pacífico a finales de este año. Pero mientras Seúl teoriza, el enfoque “pragmático” de Corea del Sur respecto a las relaciones con Pekín, que busca evitar enemistarse con China para evitar represalias económicas, es profundo. Además, no se puede subestimar el papel de las tensiones entre Corea del Sur y Japón: una estrecha cooperación sobre China entre Seúl y Tokio parece todavía inalcanzable.

 

El camino a seguir

La alineación total de los planteamientos respecto a China (o Rusia) tanto dentro de la OTAN como con los socios indopacíficos de la alianza resulta muy poco realista. No todos los países ven a China como un reto igual de acuciante. E incluso entre los que sí lo ven, las fórmulas políticas varían, desde un estrecho alineamiento con EEUU como elemento disuasorio frente a la agresión china, hasta intentos de mantener buenas relaciones con Pekín con la esperanza de influir en sus acciones y animar a China a comportarse de forma más responsable.

Sin embargo, el aumento del compromiso con los socios del Indo-Pacífico, junto con la inclusión por parte de la OTAN de la Unión Europea como “socio único y esencial” en su Concepto Estratégico, creará nuevas oportunidades y formatos de cooperación y coordinación entre regiones e instituciones.

 

«Pekín ha tratado de disuadir a los países europeos y a otros miembros de la OTAN de implicarse más en la región, advirtiéndoles de que no hagan nada que pueda “perjudicar la paz y la estabilidad regionales” y advirtiendo de las consecuencias.»

 

Pero es importante distinguir entre la posible implicación colectiva de la OTAN en el Indo-Pacífico y la de sus Estados miembros. Aunque lo primero sigue siendo muy poco probable (a pesar de las afirmaciones de Pekín), los aliados individuales pueden aprovechar el creciente compromiso de la alianza con sus socios globales para aumentar su propia presencia en la región.

Pekín ha tratado de disuadir a los países europeos y a otros miembros de la OTAN de implicarse más en la región, advirtiéndoles de que no hagan nada que pueda “perjudicar la paz y la estabilidad regionales” y advirtiendo de las consecuencias. Debemos esperar una respuesta dura por parte de Pekín a medida que se adapte a la nueva dinámica de cooperación entre los miembros de la OTAN y sus socios regionales.

Artículo publicado originalmente en la web de Internationale Politik Quarterly.

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