La ralentización de China, su primer socio comercial, ha comenzado a revelar las insuficiencias del modelo de desarrollo brasileño, basado excesivamente en las exportaciones de materias primas. Desde 2008, la economía brasileña ha crecido una media del 4%, pero la volatilidad del mercado mundial de commodities parece hacer insostenible ese ritmo. Desde el 1 de marzo, el Commodity Research Bureau Spot Market Index, que rastrea la evolución de los precios de 22 materias primas, ha caído un 7%. Los productos manufacturados brasileños (13,5% del PIB) tienen hoy menor demanda en los países ricos. Por su parte, la divisa brasileña se mantiene fuerte, lo que hace que sus exportaciones sean menos competitivas.
Numerosos analistas creen que la década prodigiosa ya pasó y que difícilmente se volverá a tasas de crecimiento del pib del 5-6% porque, entre otras cosas, los consumidores están muy endeudados. Según el Fondo Monetario Internacional, todas las economías latinoamericanas, con excepción de Paraguay, tendrán un crecimiento superior al de Brasil este año.
El balance de la última década es notable: Brasil es ya la sexta economía del mundo y en 2030 probablemente será la cuarta. De las 500 empresas principales de América Latina, 223 son brasileñas. Pero en 2011 la economía brasileña creció apenas un 2,7%. Las previsiones apuntan a un 3% este año. En el primer trimestre, la expansión industrial fue prácticamente nula.
En 2011, la economía mexicana creció más que la brasileña y volverá a hacerlo este año. El modelo mexicano de economía abierta está demostrando una mayor fortaleza con baja inflación, deuda manejable y una creciente competitividad de su industria manufacturera. En 1990, el comercio exterior mexicano representaba el 17,5% del PIB. Hoy esa cifra es del 61%, frente al 20% del Brasil. El 80% de las exportaciones mexicanas son productos manufacturados.
En cierto modo, Brasil está experimentando un “regreso a la normalidad”. Desde 1980, su crecimiento medio ha sido del 2,5% anual, exceptuando los periodos que presenciaron fuertes aumentos del precio de las materias primas. El ministro de Finanzas, Guido Mantega, ha anunciado medidas para incentivar el consumo como la reducción de impuestos a productos hechos en Brasil y una extensión en los plazos para los pagos de créditos al consumo. Los analistas apuntan que hay varias grandes ausencias en la respuesta del gobierno a la desaceleración, entre ellas una reforma para reducir el gasto público (40% del PIB) y la burocracia estatal. Debido a la presión impositiva (38% del PIB) y la escasez de ahorro interno, la inversión es del 19% del PIB, frente al 50% de China. El gobierno de Brasilia invierte solo el 5% del PIB en infraestructuras, en comparación al 10% de China.
Para más información:
Albert Fishlow, «Brasil, presente y perspectivas». Economía Exterior 52, primavera 2010.
Federico Steinberg, «Dilemas cambiarios de Brasil». Economía Exterior 59, invierno 2011-2012.
Isidro Sepúlveda, «La cambiante geopolítica de las Américas». Política Exterior 147, mayo-junio 2012.
Luis Esteban G. Manrique, «El emergente eje ‘Sur-Sur’ global». Política Exterior 146, marzo-abril 2012.
Peter Hakim, «Brasil: decisiones de una nueva potencia». Política Exterior 137, septiembre-octubre 2010.