El que será el país más joven de África tiene ya fecha de nacimiento: el próximo 9 de julio de 2011, Sudán del Sur será un Estado soberano e independiente. El resultado del referéndum celebrado el pasado mes de enero así lo confirma: más del 98% de los votantes se mostró a favor de la independencia. Cuando el próximo julio expire el Acuerdo global de paz firmado en 2005, que puso fin a dos décadas de guerra civil, Sudán del Sur comenzará su andadura en solitario.
El país más joven de África nace pobre. Nadie sabe el número exacto de sus habitantes: entre 8 y 14 millones, según las estimaciones. Su tamaño, de 620,000 kilómetros cuadrados, lo sitúa en el puesto número 45 de los países más grandes del mundo, un puesto por encima de Ucrania y dos por debajo de Francia. Sólo el 30% de la población tiene acceso a asistencia médica. Un millón de sudaneses del Sur subsiste gracias a la ayuda alimenticia.
Antes de dar los primeros pasos, el país más joven de África debe negociar con su vecino del norte las condiciones de la secesión. Sobre la frontera definitiva que separará ambos países, parece haber un principio de acuerdo, salvo en el caso de la región de Abyei, rica en petróleo. El oro negro es una cuestión más problemática: la mayoría del crudo queda en manos del Sur, pero la infraestructura para explotarlo pertenece al Norte.
Las dos partes han compartido los beneficios del petróleo a partes iguales, una fuente vital de ingresos: cerca del 98% del presupuesto del gobierno de Sudán del Sur se financia con el petróleo, mientras que en el Norte baja hasta la mitad. “Un acuerdo sobre el oro negro tiene que formarse de un paquete financiero más amplio –explica el analista del International Crisis Group Zach Vertin– que también aborde la cuestión de la moneda y el reparto de los 40.000 millones de dólares de deuda de Sudán”. A lo que hay que sumar las cuestiones clave de ciudadanía, nacionalidad y seguridad.
Los problemas internos a los que se ha de enfrentar el país más joven de África no desmerecen al lado de sus problemas externos. La falta de un gobierno completamente funcional es un lastre para su desarrollo, carente de funcionarios competentes con medios suficientes a su disposición. Las credenciales democráticas del Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (MLPS), en el poder en estos momentos, no son las mejores, y surgen dudas sobre si se abrirá el espacio político a las fuerzas de la oposición.
La corrupción es otro de las problemas que afectan al país más joven de África, lacra que comparte con sus vecinos, a lo que hay que sumar el tribalismo y la falta de una causa común que una a grupos dispares, una vez que la autodeterminación se ha logrado. Salva Kiir, presidente de Sudán del Sur y líder del MLPS, ha conseguido mantener unidas a las diferentes facciones a lo largo del proceso de independencia. No está claro si podrá seguir ejerciendo de nexo de unión en lo sucesivo.
El país más joven de África nace, así, frágil. Las amenazas de conflicto externo y, sobre todo, interno, oscurecen su horizonte. La comunidad internacional no debe dejar que los fastos en torno a su nacimiento distraigan la atención de una región que no hay hecho más que retomar la senda angosta del desarrollo y la estabilidad.
Para más información:
Øystein H. Rolandsen, «Sudán 2011: la independencia del sur a un paso». Política Exterior núm. 139, enero-febrero 2011.
Zach Vertin, «Sudán del Sur, el trabajo comienza ahora». FP Edición española, enero 2011.
The Economist, «Now for the hard part». Artículo, febrero 2011.