Fíjese en este hotel. Algo va mal. Por esos bosques de los Alpes austríacos no circulan Heidi con sus cabras ni Julie Andrews cantando Edelweiss, sino El Mal. Y, a lo mejor, Jack Nicholson. ¡Aquí huele a azufre! Es que el Grupo Bilderberg acaba de celebrar su 63ª reunión anual (11 al 14 de junio).
Usted no sabe qué es el Grupo Bilderberg. Es decir, lo sabía, pero los Illuminati se han encargado de borrarle la memoria, introduciendo nanorrobots en sus desayuno. ¡Despierte! No más Choco Crispies inductores de amnesia; ingiera la pastilla roja.
A continuación, una explicación sobre el Club Bilderberg, válida tanto para súbditos como para enemigos del Matrix Nuevo Orden Mundial.
¿Qué es el Grupo Bilderberg?
Pastilla azul. Según su propia web, se trata de un club selecto que reúne a “líderes políticos e industriales, académicos y mediáticos” de Europa y Estados Unidos con el objetivo de discutir “grandes tendencias” bajo la Regla de Chatham House. Es decir, una versión secretista del foro de Davos. El club celebró su primera reunión en 1954, en el Hotel de Bilderberg (Holanda). Este año asistieron 133 invitados procedentes de 20 países diferentes. Un 30% de los invitados son miembros permanentes, en tanto que el resto asisten de forma ocasional.
Pastilla roja. Los amantes de las teorías conspiratorias, desde la ultraderecha estadounidense a Russia Today, sostienen que en estas reuniones se traza poco menos que el destino del mundo. Según Paul Joseph Watson, enemigo acérrimo del Grupo Bilderberg, el objetivo de la reunión es “conseguir la aceptación y adopción por el público de las tecnologías del ‘gran hermano’”.
¿Quiénes asisten a sus reuniones?
Pastilla roja. Siniestras oligarquías sin escrúpulos. Este año, por ejemplo: Henry Kissinger, Ana Patricia Botín y el exdirector de la CIA, David Petraeus.
Pastilla azul. Todos esas personas han asistido a reuniones del Grupo Bilderberg, pero también lo han hecho otras con trasfondos más inocuos, o incluso banales. Como Michael O’Leary, presidente de Ryanair (¿será que sus aviones esparcen chemtrails por toda Europa?). O el consejero delegado de Heineken. O la reina Sofía. A punto estuvo de asistir este año el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que canceló en el último momento. Gente influyente, sí, pero tampoco es la liga de los hombres (y mujeres) extraordinarios. Si realmente se tratase de gobernar el mundo, tendrían que asistir unos cuantos representantes chinos, árabes y rusos.
¿Qué se discutió en la última reunión?
Pastilla azul. De nuevo, según la web oficial, los temas tratados incluyen: inteligencia artificial, ciberseguridad, asuntos económicos, Grecia, Irán, el futuro de la Unión Europea, las elecciones presidenciales en EE UU… en fin, los asuntos candentes del momento.
Pastilla roja. Según Watson, esta lista es tan vaga que no puede ser otra cosa que una tapadera. Se habló de inteligencia artificial, sí: Regina Dungan, experta en “microesquemas ingeribles”, probablemente presentó la última versión de sus Choco Crispies orwellianos. Otra prioridad es prevenir un posible Grexit o Brexit. También es necesario mantener a Rusia aislada e impedir el despegue de los BRICS. Y asegurar la elección de Hillary Clinton en 2016.
¿Cuándo será impuesto este nuevo gobierno mundial?
Pastilla morada. El problema con el panorama que describen autores como Watson y Daniel Estulin es que ya existe en cierta medida. Un sinfín de gobiernos están obsesionados con vigilar constantemente a sus ciudadanos. Véase: el espionaje de la NSA, la censura en redes sociales, la manipulación informativa, y un largo etcétera. En sociedades caracterizadas por la sobreabundancia de información, y en las que se entremezcla la frontera entre lo privado y lo público, hasta un historial de Twitter puede convertirse en un arma letal.
El mundo está lleno de gobernantes que mienten, abusan de su poder o sacrifican vidas sin miramientos. Pero no se trata de un complot, sino del triste día a día de las relaciones internacionales. La idea de que el mundo lo gobiernan tres o cuatro familias selectas es más reconfortante que inquietante: supone que, a pesar de todo, nuestro planeta es gobernable. Con quitar de en medio a unos pocos oligarcas perversos se solucionarían todos los problemas del mundo. Por desgracia estos problemas son complejos, y resolverlos no depende de la voluntad del Grupo Bilderberg, ni del gobierno de China, ni de Wall Street ni de Barack Obama, sino de todos y de ninguno.
“Cuando la gente dice que hay un gobierno secreto del mundo, contesto que si fuéramos ese gobierno secreto deberíamos estar avergonzados”, explica Étienne Davignon, presidente del Grupo Bilderberg. La política internacional no es un puente de mando controlado por sus invitados, sino un gallinero.