En su último discurso sobre el Estado de la Unión, el 12 de enero, Barack Obama solo mencionó una vez la cuestión de las armas de fuego, al listar de manera somera una serie de asuntos en los que su administración tratará de hacer progresos en el año que resta de presidencia.
But tonight, I want to go easy on the traditional list of proposals for the year ahead. Don’t worry, I’ve got plenty, from helping students learn to write computer code to personalizing medical treatments for patients. And I’ll keep pushing for progress on the work that still needs doing. Fixing a broken immigration system. Protecting our kids from gun violence. Equal pay for equal work, paid leave, raising the minimum wage. All these things still matter to hardworking families; they are still the right thing to do; and I will not let up until they get done.
Su postura acerca de una cuestión que no cesa de polarizar el debate en Estados Unidos ya quedó reflejada en esta intervención del 5 de enero, donde anunció una serie de medidas para tratar de atajar el problema. A continuación, nos sumergimos de lleno en uno de los grandes desafíos internos a los que se enfrenta EE UU, separando el grano de la paja.
¿Cómo de grave es el problema?
Gravísimo. En EE UU, más de 30.000 personas mueren cada año en incidentes relacionados con armas de fuego (tiroteos, accidentes, suicidios, etcétera). Como muestra esta gráfica de CNN, se trata de una cifra infinitamente mayor a la de americanos que mueren en atentados terroristas. Incluso en 2001 murieron diez veces más americanos por armas de fuego que en atentados terroristas:
Otra comparación escalofriante: el número de americanos que fallecieron durante la Segunda Guerra mundial es similar al de americanos muertos en incidentes relacionados con armas de fuego durante los últimos quince años.
El caso de EE UU no es representativo. Aunque los índices de asesinato por otros medios, como apuñalamiento, son similares a los de países europeos, las muertes por armas de fuego (color verde claro en la gráfica elaborada por la Universidad de Washington) son muy superiores:
¿Cómo se explica esta diferencia?
Aunque la regulación de la venta de armas de fuego varía según Estados y ciudades, la legislación americana en este ámbito es, en general, mucho más laxa que la de los países europeos. La mayoría de las armas empleadas en las matanzas estadounidenses se compran de forma legal. En varios estados de EE UU es posible adquirirlas en supermercados. Peor aún, no solo se pueden comprar pistolas y rifles de caza, sino armas de asalto diseñadas precisamente para matar a otras personas. Tal vez el dato más clamoroso es número de ocasiones en que sospechosos de terrorismo han comprado armas legalmente en EE UU, según cálculos del propio gobierno: más de 2.000 entre 2004 y 2014.
La cantidad de armas de fuego per cápita en EE UU, por tanto, es muy superior a la de cualquier otro país desarrollado. Y como muestra la revista Mother Jones en esta gráfica, existe una correlación indiscutible entre posesión de armas de fuego y muertes violentas:
¿Qué se puede hacer al respecto?
Las soluciones abundan. Se puede regular más y mejor la adquisición de armas de fuego, iniciar una compra por parte del Estado de armas semiautomáticas en manos privadas, prohibir su venta en el futuro, o una combinación de todas estas medidas. Es lo que hicieron países como Australia y Reino Unido tras sufrir masacres brutales en 1996. En ambos casos, la respuesta logró un descenso notable en el número de víctimas de armas de fuego.
En EE UU, sin embargo, no se han tomado medidas de este tipo. La decisión es desconcertante, pero es que en este punto intervienen varias particularidades de la cultura política estadounidense.
Muchos americanos creen que poseer armas de fuego es un seguro a todo riesgo contra dictaduras y tiranías
Su soporte legal es la segunda enmienda a la Constitución de EE UU, que garantiza el derecho a formar milicias de autodefensa y portar armas. Pero en 1790 no existían las armas automáticas, y permitir su venta indiscriminada dos siglos después es una cuestión de interpretación. Es decir, subjetiva.
Huelga decir que EE UU no es una dictadura y que, si lo fuera, sus ciudadanos no serían capaces de detener al ejército mejor preparado de la historia armados solamente con rifles. Pero la idea de que las armas son indispensables para garantizar la libertad está profundamente arraigada en la mente de muchos americanos. Ben Carson, candidato republicano a la presidencia, aseguró recientemente que el nazismo triunfó en Alemania precisamente porque los ciudadanos alemanes no tenían armas de fuego en sus casas. Cuidado con las sandeces, que repetidas mil veces pueden convertirse en sentido común.
También intervienen razones menos ideológicas y más pueriles
Como muestra Michael Moore en Bowling for Columbine, la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés) es uno de los lobbies más influyentes de la política americana. Su apoyo y sus donaciones en campañas electorales los convierte en un aliado crucial para muchos congresistas y senadores. En el pasado, la NRA pretendía regular antes que incentivar la tenencia de armas de fuego. A día de hoy, sin embargo, la prioridad de la organización es mantener desregulado el mercado de armas estadounidense.
Uno de los grandes logros de la NRA y sus seguidores ha sido politizar el debate sobre armas de fuego so pretensa de hacer precisamente lo contrario. En EE UU se ha impuesto la norma de que “politizar” las masacres (es decir, señalar que son resultado de la abundancia de armas de fuego) es de mal gusto. La NRA sostiene que son las personas, y no las armas, las que matan a otras personas. Pero las propuestas de los amantes de las armas más forofos –como la de armar con pistolas a profesores de primaria– son surrealistas.
¿Qué opinan los candidatos presidenciales?
De cara a las elecciones presidenciales de 2016, la NRA domina completamente las posiciones del Partido Republicano. Los candidatos conservadores a la presidencia compiten en barbaridades destinadas a satisfacer a la NRA y a sus bases, que la ven con buenos ojos. A los comentarios de Carson sobre el nazismo hay que añadir otro exabrupto de Donald Trump, que opinó por Twitter que los atentados terroristas de París podrían haberse evitado si otra gente en la sala Bataclan hubiese estado armada hasta los dientes. Ted Cruz, otro favorito de la extrema derecha, grabó un vídeo cocinando bacon con una ametralladora. El único republicano favorable a controlar el mercado de armas de fuego es George Pataki, exgobernador del Estado de Nueva York. Las encuestas le ponen a la cola de las primarias.
En el Partido Demócrata la oposición a la NRA es unánime desde octubre, cuando Jim Webb, el único candidato favorable al lobby, abandonó las primarias. A pesar de todo, no existe un consenso entre los demás candidatos. El terreno de las armas de fuego es el único en el que Hillary Clinton puede presumir de credenciales más progresistas que su principal rival, el socialista Bernie Sanders, que al provenir del Estado rural de Vermont se muestra más laxo en este ámbito.