A seis meses del final de la presidencia de Barack Obama, el Pew Research Center publica un estudio voluminoso sobre su popularidad y la de Estados Unidos en el resto del mundo. Aunque los datos no son homogéneos, la tendencia es incontestable: Obama se ha convertido en una figura inmensamente más popular que su predecesor, George W. Bush, y que sus posibles sucesores, Hillary Clinton y Donald Trump.
Los resultados del estudio no debieran sorprender. A la valoración positiva de Obama entre muchos jóvenes en diferentes países se une la preferencia clara por presidentes demócratas en varias regiones del mundo; una preferencia que, a su vez, se traduce en una mayor apreciación del país en conjunto. Europa, especialmente enfrentada con Bush tras la guerra de Irak, es el ejemplo más llamativo.
España se mantiene como uno de los países europeos menos entusiastas en su apreciación de EEUU. En el extremo opuesto estaría Polonia y el bloque del Este, generalmente más atlantista y proamericano. En Alemania, como en Brasil, la imagen de EEUU se ha resentido tras descubrirse que la NSA monitorizó las conversaciones particulares de Angela Merkel y Dilma Rousseff.
Otra variable a tener en cuenta es la propia capacidad de comunicación de Obama. Aunque sus grandes discursos –especialmente el que pronunció en El Cairo, en junio de 2009– pasarán a la historia como ejercicios de grandilocuencia antes que puntos de inflexión en la política exterior de EEUU, el presidente tiene una capacidad de comunicación notable. Esto supone un gran activo para la diplomacia pública estadounidense, como quedó reflejado en Vietnam y Cuba, dos de las principales visitas extranjeras de Obama en lo que va de año. En La Habana, el presidente estadounidense destacó en una rueda de prensa por su oratoria, en claro contraste con un Raúl Castro anquilosado. Pero también se marcó un enorme tanto a favor con su participación en el programa de Pánfilo, el reconocido cómico de la isla, con el que aparece hablando por teléfono y jugando al dominó. Las performances del presidente en programas de humor son, también en EEUU, una de sus mejores bazas entre el público joven.
No todo son buenas noticias para la imagen de EEUU. En Oriente Próximo, la valoración del país continúa siendo sistemáticamente negativa. Incluso Israel, único país que otorga un aprobado al presidente, mantiene una relación complicada con Obama, fruto de sus intentos de presionar al gobierno israelí y la mala relación entre su administración y un ejecutivo israelí cada vez más intolerante. A principios 2009, tan solo entre el 6% y el 10% del público israelí apoyaba la gestión del presidente. En Pakistán, posiblemente debido al uso constante de drones por parte de la administración Obama, la imagen el país y su presidente es profundamente negativa desde hace tiempo. La valoración de EEUU también ha caído en picado en Rusia con motivo de la crisis de Ucrania.
El auge de Pekín también lleva a algunos vecinos regionales, aliados con EEUU, a repensar a la baja la influencia global de Washington. El caso más destacado es el de Japón. A pesar de todo, la imagen global de EEUU se mantiene generalmente por encima de la de China, principal competidor en la escena internacional a medio y largo plazo.