“Si nuestro mundo es diferente, nuestra política también debe serlo”, declaró en el Bundestag la ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock, el 27 de febrero de 2022, tres días después del inicio de la guerra de agresión rusa contra Ucrania. El canciller, Olaf Scholz, habló de un “punto de inflexión en la historia” o “cambio de era” (zeitenwende) y anunció una transformación en la política de seguridad alemana. Después de tres días de críticas por parte de sus propios aliados, el gobierno alemán no solo dio, de repente, luz verde a la exportación de armas a Ucrania. En su declaración ante el Bundestag, Scholz también informó del despliegue de más tropas en el flanco oriental de la OTAN y la creación de un fondo especial de 100.000 millones de euros para la Bundeswehr (fuerzas armadas alemanas). En el futuro, Alemania gastará cada año más del 2% de su PIB en defensa, más que cualquier otro país de Europa, solo superado por Estados Unidos y China en el mundo.
Es demasiado pronto para evaluar el alcance de las declaraciones. En Berlín no existe todavía ninguna autoridad interpretativa sobre el zeitenwende. Es concebible que los cambios en la política de seguridad puedan parecer “revolucionarios”, pero desde la perspectiva de los aliados solo son un esfuerzo por cumplir viejas promesas.
También es posible que el giro se pierda en la arena: el último gran debate de Alemania sobre política exterior y de seguridad fue en 2014, provocado por el entonces presidente, Joachim Gauck, que pidió a la República Federal que asumiera “más responsabilidad” en el mundo. Sin embargo, la exigencia sigue siendo abstracta. Ni los partidos políticos resolvieron entonces con claridad lo que debía suponer con exactitud dicha responsabilidad, ni la canciller intervino con seriedad en el debate….