Algunos expertos dudan que China pueda lograr una convergencia hasta el 50% del PIB por habitante de EEUU en 2050, como han expuesto recientemente Jesús Fernández Villaverde, Lee Ohanian y Wen Yao. Estados Unidos ha conseguido salir de la pandemia con una hoja de ruta clara para competir con China. Actualmente se ha convertido en la envidia del mundo en términos de crecimiento económico, aunque, hoy como ayer, el crecimiento económico no permea necesariamente en la sociedad.
La estrategia estadounidense se basa en tres pilares: producción local, defensa aduanera y control de las exportaciones estratégicas. Y, por extraño que parezca, la administración de Joe Biden simplemente se ha limitado a seguir y profundizar en muchos de los pasos marcados por Donald Trump previamente en el terreno económico.
Uno de los datos más reveladores es que la ley contra la inflación estadounidense (IRA, por sus siglas en inglés), ha conseguido reactivar la inversión privada en tecnología punta. En un artículo reciente, el experto del Financial Times en economía, John Thornhill, apuntaba que finalmente “el gran motor de la innovación estadounidense ha vuelto a encenderse”. Un informe reciente publicado por la Asociación de la Industria de Semiconductores señala que esta ley proporcionó subvenciones y beneficios fiscales a las empresas del sector por valor de 39.000 millones de dólares que han conseguido movilizar nada menos que 447.000 millones de inversión privada.
Se trata de un multiplicador pocas veces visto en la historia que, además, está logrando generar actividad en la industria más relevante de la actualidad, la de los microchips. Aunque se trata de un informe de parte, la realidad es que la inversión en I+D se ha disparado en Estados Unidos. Su estrategia de inyectar dinero en las empresas a través de beneficios fiscales ha conseguido poner a trabajar…