En las elecciones europeas de 2019, partidos de centroderecha y centroizquierda perdieron votos a favor de la extrema derecha, los partidos liberales que integran el grupo Renovar Europa (RE) y los que hacen campaña con programas de protección del clima y el medio ambiente: la “ola verde”. El apoyo de los ciudadanos a la agenda climática no solo reforzó al Grupo de Los Verdes/Alianza Libre Europea (Verdes/ALE) en el Parlamento: también aupó la transición ecológica entre las prioridades de los partidos mayoritarios, lo que allanó el camino a una Comisión Europea que puso la transición ecológica en el centro de la legislatura.
Varios factores podrían favorecer una mayor acción climática en los próximos años –el abaratamiento de las tecnologías verdes, la concienciación pública sobre los fenómenos meteorológicos extremos y los intentos de reducir la dependencia energética de los regímenes autoritarios–, pero los progresos durante el próximo ciclo institucional de la UE serán probablemente más difíciles que entre 2019 y 2024 por cuatro razones principales.
En primer lugar, tras obtener más votos en 2019 y en muchas elecciones nacionales desde entonces, los partidos de extrema derecha –típicamente contrarios a la acción climática– aumentarán su porcentaje de escaños en el Europarlamento tras estas elecciones, lo que dificultará más la nueva y ambiciosa legislación climática y medioambiental comunitaria.
En segundo lugar, la derecha populista está capitalizando la preocupación de los ciudadanos por el coste de la vida y presenta la agenda climática como la última imposición de una conspiración internacionalista a los gobiernos de los países miembros. Por ello, los gobiernos de toda la UE se muestran más reticentes a la hora de apoyar nuevas medidas del Pacto Verde, tendencia que podría empeorar, dado que su siguiente fase –centrada en la vivienda y el transporte– afectará más visiblemente a los particulares…