Hugo Chávez afronta la tercera reelección en sus 14 años como presidente. Los ingresos del petróleo, el soporte militar y el abandono de la oposición han proporcionado, hasta ahora, vía libre al chavismo.
Hasta la llegada del teniente-coronel Hugo Chávez, Venezuela no figuraba entre los países que incitara el imaginario de la opinión pública internacional. Sin la presencia de grandes civilizaciones prehispánicas que han atraído el interés de académicos, pensadores e intelectuales, el país tampoco fue centro de atención cuando, en épocas más recientes, las dictaduras militares causaban violaciones masivas de los derechos humanos. Venezuela gozaba entonces del periodo democrático más largo de su historia, por lo que una vez más escapaba al modelo dominante de una América Latina víctima, necesitada de solidaridad. Una excepción es Nostromo (1917), el relato de Joseph Conrad en el que, pese al recurso de personajes y lugares ficticios, se percibe la inspiración en la historia y las circunstancias de Venezuela.
Hoy la situación es bien distinta. La voluntad de proyección internacional de Chávez, su propuesta de un nuevo modelo de socialismo y la utilización del petróleo como instrumento de una diplomacia agresiva han suscitado la emergencia de especialistas de un país hasta ahora desconocido. Venezuela atrae a toda clase de ideólogos, y un numeroso turismo revolucionario, al igual que sucedió en los primeros años de la revolución cubana.
De la misma manera que procede Conrad en el primer capítulo de Nostromo, que alude a la especificidad minera…