El Partido Liberal Demócrata es el único de los tres principales partidos nacionales de Reino Unido que está, como siempre estuvo, a favor de la pertenencia a la Unión Europea. El problema es que quedó prácticamente aniquilado en las elecciones generales de mayo de 2015.
En 1955, un grupo de políticos y ministros de diversos gobiernos se reunió en Mesina, Sicilia, para hablar del futuro de Europa. El debate se centró en cómo procurar al continente paz y prosperidad en lugar de la guerra y el derramamiento de sangre que habían sembrado el pánico en su suelo dos veces durante la primera mitad del siglo. Las deliberaciones no impresionaron al representante británico, que abandonó la conferencia afirmando: “De aquí no va a salir nada, y si sale, no funcionará. Y si funciona, será un desastre”.
Es posible que la anécdota sea apócrifa, pero para muchos socios europeos el comentario resumía la actitud británica hacia la embrionaria Comunidad Económica Europea (CEE), nacida en 1957, y la evolución del proyecto europeo desde entonces. La percepción de gran parte de Europa continental es que, desde 1955 hasta la actualidad, Reino Unido ha sido una grieta escéptica y eurófoba en un continente más unido y progresista. Para los que opinan así, el referéndum convocado por el primer ministro, David Cameron, en Reino Unido para el 23 de junio de este año, pone en peligro todo el futuro de la Unión Europea, y es una prueba más de que los británicos son, sencillamente, “malos europeos”.
Naturalmente, esta opinión está justificada en parte, pero dista de ser totalmente cierta. Al igual que muchos Estados miembros, Reino Unido tiene una relación multidimensional con la UE, y a esta complejidad se le suman varias características peculiares. En Londres, la toma de decisiones en materia de política exterior tiene…