España será uno de los miembros comunitarios más afectados por la ampliación de la UE, tanto por la oportunidad para aumentar su presencia en los mercados de Europa central y oriental como por los retos para mantener su posición en el mercado comunitario. Implantarse en los países más competitivos de la futura Unión mediante inversiones productivas es la única manera de defender la competitividad y de sobrevivir en un entorno cada día más complejo.