POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 112

Una forma de entender la política internacional

Miguel Ángel Vecino
 | 

Un lugar común y siempre bien acogido entre la mayoría de los historiadores de los siglos XIX y XX consistía en hacer responsable al canciller austriaco Klement Metternich de la represión que los liberales y los movimientos nacionalistas sufrieron en todo el continente europeo en la primera mitad del siglo XIX, y haber hecho de los tratados de Viena de 1815 el compendio de ideas conservadoras que dominaron las relaciones internacionales hasta que las revoluciones de 1848 obligaron al canciller a exiliarse.

Dos elementos esenciales explican esta imagen deplorable de un estadista cuya visión de la política internacional era de un realismo y una certeza indiscutibles. El primero, el recuerdo que dejó de hombre frívolo, disipado y poco serio en su trabajo: “Un excelente maestro de ceremonias y un execrable ministro”, dijo de él su siempre antagonista el emperador Alejandro; el segundo, no haber tenido la suerte de contar con un biógrafo que supiese poner de relieve (como lo hizo Webster para con Castlereagh) lo mucho que le debe la paz europea entre 1815 y 1914. Buscando un equilibrio (palabra tan esencial para Metternich) entre posturas encontradas, Enno E. Kraehe reunió en su importante contribución al estudio del canciller austriaco, The Metternich controversy, 17 opiniones que en conjunto dan una excelente visión de su ideología y acción.

Sus Memorias, inéditas en castellano y en España, son de singular importancia para conocer el pensamiento y la época de Klement Wenceslas Lothar von Metternich-Winneburg-Beilstein, príncipe de Metternich. La frivolidad de la que siempre fue acusado no era distinta a la de su clase y su tiempo y nunca alcanzó los excesos de Talleyrand; su inteligencia y comprensión de la política internacional nada tenían que envidiar a la de ese estadista francés ni a la de lord Castlereagh. Metternich fue un…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO