Para afrontar con garantías el siglo XXI, España necesita una gran transición económica, con una visión y objetivos que trascienden el marco temporal de una legislatura. Un proyecto profundamente reformista de modernización económica y social, con un enfoque integral e integrador.
Los últimos datos muestran que España está dejando atrás la gravísima crisis económica que ha destruido cerca del siete por cien de nuestro producto y un 14 por cien del empleo. Sin embargo, dejar atrás la recesión y crear empleo no significa que se hayan sentado las bases de un crecimiento vigoroso, sostenible y equilibrado.
Recientemente el gobierno ha presentado los Presupuestos Generales del Estado en los que eleva las previsiones de crecimiento para 2015 hasta el 3,3 por cien, y en una décima para 2016 hasta el tres por cien.
Sin poner en cuestión que la economía española crece a tasas importantes, no es menos cierto que se está beneficiando de unas extraordinarias circunstancias externas favorables. Básicamente hay tres factores que ayudan a la recuperación: la espectacular caída del precio del petróleo, la depreciación del euro, y los bajos tipos de interés y la enorme liquidez, ambos provocados por el cambio de la política monetaria del Banco Central Europeo. Junto a ello, la relajación de la austeridad promovida por una relajación de los criterios de déficit establecidos por la Comisión Europea, también ayuda a reactivar la demanda interna.
Si las condiciones externas favorables se dan para todos los países de la zona euro, también es cierto que benefician en mayor medida a nuestro país, que tiene una mayor dependencia energética, unas familias más endeudadas que se benefician más de la bajada de tipos y un sector financiero que depende más que otros de la liquidez del BCE. Según estimaciones del BBVA, solo la caída del precio del…