Es difícil no repetirse al hablar de la violencia en Palestina. Después de seis guerras árabe-israelíes y dos Intifadas palestinas, la violencia se ha convertido en un rasgo diario que afecta inevitablemente a quienes pueblan esa disputada tierra y que hace que todo suene a ya dicho. A lo largo de décadas se han producido, tanto por parte de unos como de otros, innumerables violaciones del derecho internacional y de los derechos humanos. También se suceden las declaraciones en las que cada actor implicado en el conflicto, situándose en el momento en el que aparece como atacado, acusa directamente a su adversario de cualquier monstruosidad, como si todo comenzara en ese preciso instante. Todo ello acompañado de las también consabidas e inanes condenas y de las peticiones de contención a las partes, sin salirse de una generalizada pasividad política que muestra la falta de voluntad, empezando por la ONU, para…