Una defensa del servidor público
El quinto riesgo es una crónica de la transición del gobierno de Barack Obama al de Donald Trump a finales de 2016 y a lo largo de 2017.
Cuando en julio de 2016 Trump fue nombrado oficialmente candidato republicano ignoraba que la ley le obligaba a preparar su toma del poder en el caso de que ganara las elecciones. Y al enterarse de que el equipo de transición estaba siendo pagado con dinero de su campaña montó en cólera.
Cabría esperar que un hombre como él, sin preparación para gobernar, supliera ese déficit rodeándose de buenos asesores. No lo hizo. En el prólogo del libro se explica que entre los 500 altos cargos del gobierno federal había muchos que nadie en el entorno de Trump sabía siquiera que existían. Al leer que “Probablemente, el Gobierno de Estados Unidos es la organización más complicada sobre la faz de la tierra. Sus dos millones de empleados federales reciben órdenes de 4.000 personas designadas políticamente” el lector se hace una idea de las dimensiones reales del problema.
Los que llegan deben ponerse al día con celeridad. Además no siempre tienen la idea de servicio público que cabría presuponer. Por ello los funcionarios de los diferentes ministerios llevaban muchos meses preparando dosieres y datos para dar la bienvenida a los nuevos gobernantes, que no aparecieron en los primeros días de transición. Ni en los siguientes. Entretanto Trump tuiteaba “Está teniendo lugar un proceso muy ordenado mientras yo decido quién forma parte del gobierno y muchos otros cargos. ¡Yo soy el único que sabe quiénes son los finalistas!”
Finalmente hicieron su aparición personas sin experiencia y sin intención de aprender para poder empezar a gestionar un complejo aparato. El denominador común de los elegidos era el odio a todo lo que representaba el equipo saliente de Obama. Es decir, no hubo interés en conocer cómo funcionaban las diferentes administraciones; solo en deshacer el legado de Obama.
Esto es tanto más grave si tenemos en cuenta dos cuestiones que nos explica el autor, el periodista económico Michael Lewis. Una: muchos de los problemas contra los que lucha el Gobierno no son particularmente ideológicos sino de carácter “técnico”. Y dos: la gente de Obama intentó mantener su ideología política fuera de los informes.
Hace unos meses el matrimonio Obama compró los derechos sobre el libro para realizar una serie de documentales en Netflix. Su idea es centrarse en los muchos servicios necesarios que presta el gobierno federal, desconocidos para el gran público.
Con todo, Lewis critica también a la administración Obama por no haber hecho lo suficiente para solucionar los problemas. Ve a Trump como un síntoma, no la causa de la ineficiencia del gobierno federal.
El libro se centra en sus tres capítulos sobre todo en los departamentos de Energía, Agricultura y Comercio. Cabe señalar que de igual manera se pretende mostrar que estos entes tienen a su cargo muchas más responsabilidades de lo que pudiera parecer. Sin duda esto, que resulta muy ilustrativo para el ciudadano norteamericano es de importancia menor para el lector europeo. Con independencia de eso es interesante constatar las actividades inesperadas de estos departamentos que se dedican a mucho más de lo que pudiera parecer.
Así una tarea añadida del Departamento de Energía es encargarse de la seguridad nuclear del país. Algunos de sus funcionarios son los que utilizan instrumentos de medición en un marco de protección radiológica (dosímetros) en los grandes eventos deportivos como la Superbowl o los que desmantelan las armas nucleares viejas.
Entre las funciones del Departamento de Agricultura está, por ejemplo, la ayuda en la navegación aérea a base de mantener las aves migratorias alejadas de los aeropuertos. O la seguridad alimentaria; aunque solo la de la carne, la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) es la que se encarga de los demás alimentos. Con humor el autor señala que las pizzas de pepperoni son inspeccionadas por Agricultura. Las de queso serían problema del FDA. El Departamento se encarga asimismo de dar créditos de desarrollo rural, cruciales sobre todo en las zonas de voto de Trump, donde se suele desconocer que muchos proyectos han sido financiados por el gobierno federal visto como distante.
O que el Departamento de Comercio en la práctica a través de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y otras agencias se dedica a generar datos públicos que son usados por las empresas. En este contexto, muchos piensan que es absurdo que la gente obtenga sus predicciones atmosféricas a través del servicio nacional del tiempo cuando lo puede obtener de AccuWeather. Sin embargo, Lewis explica con acierto que desconocen que AccuWeather a su vez lo obtiene del National Weather Service de la NOAA. Trump acabó nombrando al CEO de la empresa AccuWeather como director de la NOAA.
Administración Trump
El buen funcionamiento del Estado es la primera condición para el buen funcionamiento de una sociedad. El quinto riesgo expone la complejidad y sofisticación del Estado norteamericano. Es sabido que en EEUU los críticos del “gran gobierno” defienden que el mercado a través de las empresas y la competencia podría hacerse cargo de los asuntos.
La administración Trump ha apostado por políticos que ni saben ni quieren saber. Menosprecia la ciencia. Cree que todo se puede manejar ideológicamente. Sin necesidad de lo que consideran aburridos conocimientos. O sea: informes detallados y una multitud de datos precisos.
Lewis nos presenta un conjunto de excelentes retratos de burócratas fiables y abnegados que reivindica la confianza en los tecnócratas. Ensalza la figura de quienes ponen su conocimiento al servicio del bien común renunciando a empleos más lucrativos en el sector privado.
Es una crítica a la administración Trump. Más que eso, una defensa a la administración federal de EEUU y los muchos servicios que presta a los ciudadanos. Algo de lo que muchos no son conscientes. Una idea en la que el autor insiste una y otra vez.
Se señala la gran cantidad de riesgos que el mercado es incapaz de solucionar. Estamos ante una obra quizá más corta y apresurada que otras de Lewis. Pero de ningún modo más superficial. Un buen resumen final de la misma es esta frase de uno sus entrevistados: “El papel básico del gobierno es hacer que estemos seguros”.
El lector español no se siente tan personalmente afectado como el estadounidense. Por esa razón quizá no llegará a la misma conclusión que la reseña del New York Times que califica El quinto riesgo como la obra “más ambiciosa e importante” de la producción de Lewis. En cualquier caso tiene en sus manos un libro instructivo y emocionante cuya lectura vale la pena.