Ma Ying-jeou ha cumplido su primer aniversario al frente de los destinos de la República de China. El regreso al poder del Kuomintang (KMT), después de ocho años de gobierno del Partido Democrático Progresista (PDP), ha supuesto un giro de 180 grados en la política taiwanesa. Ese regreso fue el resultado de un triple proceso. Primero, de desgaste del PDP, especialmente en virtud de las denuncias de corrupción presentadas contra el expresidente Chen Shui-bian (2000-08) y su entorno más próximo, familiar y político. Segundo, de renovación del liderazgo en el seno del KMT, propiciado por el ascenso de Ma, exalcalde de Taipei que ha sometido a todos sus rivales. Tercero, la progresiva y parcial superación de las tensiones que fragmentaron la base político-partidaria del KMT y que habían dado lugar a dos escisiones significativas, la del Partido el Pueblo Primero, de James Soong, y la de la Unión Solidaria de Taiwan, encabezada por el expresidente Lee Teng-hui.
El primer aviso del cambio se produjo en las legislativas de enero de 2008, cuando el KMT arrasó al PDP en unos comicios en los que obtuvo 81 diputados de un total de 113, frente a los 27 de la oposición. En las presidenciales, el KMT obtuvo casi ocho millones de votos frente a los poco más de cinco millones del candidato del PDP, Frank Hsieh.
En su primer año de gobierno, dos han sido las principales preocupaciones de Ma. La primera, la economía; la segunda, las relaciones con China continental. Y pese al relativo éxito de la segunda, la crisis ha elevado los síntomas de descontento social. El presidente Ma había resumido sus objetivos económicos en la fórmula “6-3-3”: seis por cien de crecimiento del PIB, desempleo inferior al tres por cien y PIB per cápita media de 30.000 dólares. En 2010…