POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 217

Un viaje por el conflicto de Oriente Medio: de Beirut a Jerusalén

Una fascinante obra de análisis, a medio camino entre una novela de intriga y un libro de ciencia política.
Gaspar Atienza
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En 1979, el escritor y columnista del New York Times, Thomas Friedman fue destinado a Líbano. Allí empezó un viaje de una década que le llevó de Beirut a Jerusalén (aproximadamente 400 kilómetros), a través de todo el conflicto histórico, religioso, político, armado y social de Oriente Medio.

 

From Beirut to Jerusalem
Thomas L. Friedman
Picador, NY, 2012 Edición actualizada
656 págs.

 

Casi 35 años después de la primera edición, el libro es imprescindible para interpretar el conflicto de Oriente Medio. El autor no solo explora la política y sus intrigas, sino también la psicología de los diferentes actores y las constantes luchas entre israelíes y palestinos, libaneses y sirios, drusos y musulmanes, chiíes y suníes, facciones radicales con más moderadas y un largo elenco de conflictos de todo tipo.

Hay pocos libros que exploren la psicología de la región y sus gentes con la acidez e inteligencia de éste. Como dice Friedman, los habitantes de Beirut y Líbano, en general, atravesaban unas crisis de identidad que todavía resuenan entre el sonido de los cañones de hoy. En la descripción de algunos líderes (Ariel Sharon, el epítome del hombre sin principios de los sionistas europeos; Yasir Arafat, ensimismado en su propio mito e incapaz de perder una oportunidad), el libro cobra vida entre sus experiencias personales y sus entrevistas a los actores relevantes.

La implicación extranjera –o ausencia de ella– en el conflicto es trascendental. Por ejemplo, del abandono de Palestina por parte de los países árabes, en palabras de Fouad Ajami, dice: “Los árabes se fueron de la causa palestina al tiempo que juraban fidelidad eterna a los palestinos”. Fue Arafat el que consiguió, entre mitos, corruptelas y falsas promesas a los palestinos, llevar su lucha a miles de portadas de noticieros, revistas y periódicos por todo el mundo, incluyendo su entrevista en Playboy en 1988.

Y todo ello envuelto en una espiral de intrigas, muertes, ataques terroristas, intervenciones desastrosas (Estados Unidos en Líbano), asesinatos (incluidos periodistas), secuestros y un sinfín de violencia con la peor muerte posible: la muerte sin razón alguna.

 

«Hay pocos libros que exploren la psicología de la región y sus gentes con la acidez e inteligencia de éste»

 

Friedman describe con ejemplar sencillez algunos dilemas todavía vivos. De los tres objetivos originarios que tenía la creación del Estado de Israel (un Estado judío, un Estado democrático y un Estado localizado en todo el territorio histórico para el pueblo judío),¿a cuál de ellos, si alguno, tienen que renunciar los israelíes? Recordemos que el tercero es solo posible con la anexión y control de Gaza y Cisjordania, incompatible con el primero.

 

«Según Friedman, tiene que haber algo más para Oriente Medio que el odio eterno. Y aquí, el papel de EEUU es esencial»

 

Poco a poco, el texto deslavaza las particularidades de la región, hasta ofrecernos una serie de normas de interpretación que posteriormente incluiría en un magnífico artículo del New York Times (“Mideast Rules to Live By”, 21 de diciembre de 2006) y de las que destacamos tres, referidas a la psicología y los miedos de palestinos, árabes e israelíes: “[…] cuando discuten sobre Oriente Medio, las personas se vuelven temporalmente locas […]”. “La emoción más subestimada de la política árabe es la humillación”, pues el conflicto no es solo de fronteras, sino que “la sola existencia de Israel es una humillación diaria para los musulmanes, que no pueden entender cómo, si tienen una religión superior, Israel puede ser tan poderosa”. Y para terminar: “En Oriente Medio los extremistas van hasta el final y los moderados tienden simplemente a desaparecer”.

Pero, concluye Friedman, tiene que haber algo más para la política de Oriente Medio que el odio eterno. Y aquí, dice el autor, el papel de Estados Unidos es esencial: no tendrá todas las respuestas, pero puede mantener viva la esperanza y el debate sobre una solución al conflicto. Esperemos que así sea. •