Con un abierto desprecio por el Derecho Internacional y un forzado argumentario –que va desde acusar de nazi y genocida a un gobierno presidido por un judío hasta presentar a sus propias fuerzas invasoras como defensoras de la paz–, Vladímir Putin optó finalmente por la guerra. Rusia comenzó el 24 de febrero una guerra total que parecía improbable días antes, cuando se preveían acciones limitadas a la región del Donbás para garantizar un corredor terrestre que uniría el territorio ruso con la península de Crimea. Las fuentes de inteligencia estadounidenses y británicas, sin embargo, llevaban días adelantando la posibilidad cierta de una operación militar masiva. En menos de 24 horas la ofensiva rusa bombardeó distintas localidades ucranianas del sur, del este y del oeste del país, al tiempo que lanzaba operaciones de asalto anfibio desde Odesa y atacaba la capital Kiev desde el norte.
A primera vista, la ofensiva rusa…