A lo largo de 2017 alrededor de la mitad de los ciudadanos de la Unión Europea han sido llamados a las urnas. A pesar del pesimismo acerca del proyecto europeo durante 2016 la tendencia parece estar cambiando. La idea de un Brexit duro pierde fuelle y hay indicios de que en Reino Unido se abre paso un enfoque más transaccional. De momento, el trauma británico ha actuado más como argamasa que como dinamita para la Unión. Según el Eurobarómetro de primavera 2017, la confianza en la UE está aumentando –aunque aún se encuentra en niveles bajos (42%)– y el apoyo al euro entre la opinión pública de la zona euro es el más alto desde 2004 (73%).
La recuperación económica también parece consolidarse. Hoy la zona euro crece al ritmo más alto desde el comienzo de la crisis y supera a Estados Unidos. Pese a que el desempleo se encuentra en niveles altos (alrededor del 9%), el crecimiento es generalizado y menos disperso, incluyendo a Estados miembros que han sufrido con especial virulencia la crisis, como Irlanda, Portugal y España.
Por otra parte, también es reseñable el nuevo entendimiento franco-alemán tras la victoria de Emmanuel Macron en las presidenciales francesas y de Angela Merkel en las federales de Alemania. Muchas de las ideas europeístas del presidente francés son vistas con recelo en Berlín. A pesar de ello, buena parte del arco político alemán asume que ciertos avances son necesarios. Alemania también necesita (y demanda) bienes públicos europeos. En palabras de Merkel: “Los tiempos en los que nos podíamos fiar completamente de los otros han terminado. Nosotros, los europeos, debemos tomar nuestro destino en nuestras propias manos”.
Pasadas las elecciones alemanas se abre una ventana de oportunidad. De octubre de 2017 a marzo de 2019 parece consolidarse como el periodo propicio…