El Ártico tal vez sea el exponente más notable del calentamiento global. Pero lo que sucede en ese océano es solo un elemento más del aumento acelerado de la temperatura media del planeta y sus intrincadas consecuencias en todo el complejo sistema climático.
El Ártico es el sistema natural de refrigeración de la Tierra. Y se está calentando, mucho y muy rápido. Si la temperatura media de la superficie del planeta ha aumentado 0,85 grados Celsius en el último siglo, el calentamiento en la región más septentrional duplica ese valor y en tierra firme es muy superior (hasta tres grados en el norte de Alaska), según el último informe científico del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, siglas en ingles), de las Naciones Unidas. El Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC, estadounidense) indica una subida ya de la temperatura en el Ártico de cuatro grados sobre la media de 1968-96 y recuerda que es la región de la Tierra que más se está calentando.
La extensión helada en septiembre marca en el gran Norte récords de mínimos prácticamente cada año y se estima que puede quedar libre de hielo en verano en la segunda mitad de este siglo. Los científicos vigilan allí los indicadores del cambio climático: desde el volumen total de hielo, hasta las áreas de permafrost descongeladas, los glaciares de Groenlandia o el desplazamiento de especies que van conquistando entornos septentrionales cada vez más templados.
Mientras tanto, economistas y políticos no se quedan rezagados, evaluando ventajas e inconvenientes que el fenómeno pueda suponer para sus negocios y estrategias en esa región paulatinamente menos inaccesible. Algunos se hacen ilusiones con un océano septentrional estacionalmente descongelado porque “promete ser un atajo para el tráfico marítimo entre las costas asiáticas del Pacifico y las costas atlánticas europeas, así…