El gobierno tunecino trata de reafirmar su dimensión africana mediante la cooperación y poniendo su experiencia al servicio de proyectos de desarrollo humano.
La acogida de estudiantes y funcionarios en Túnez, el envío de expertos a otro países de África y la cooperación técnica, medios para la transmisión de conocimientos.
Túnez ve en África subsahariana un campo propicio para dar salida a sus productos y servicios y reducir su dependencia frente a la Unión Europea.
Antaño poco sensible a los intereses y a los problemas de los operadores económicos tunecinos, especialmente en África, el aparato diplomático se pone hoy a su servicio.
El ministro de Asuntos Exteriores, Kamel Morjane, en el cargo desde enero de 2010, actúa cada vez más como un representante comercial de las empresas tunecinas en su ofensiva al sur del Sáhara, junto con el apoyo del coordinador general de la promoción de intercambios con África, recientemente nombrado.
¿Estaría tratando Túnez, que da su antiguo nombre a todo el continente (Africa, en latín e Ifriqiya, en árabe), de reafirmar su dimensión africana?
El gobierno tunecino envió una fuerte señal en ese sentido en agosto de 2010, cuando el presidente Zinedín ben Alí nombró a Sadok Fayala, uno de los hombres que mejor conocen África entre los responsables políticos y diplomáticos tunecinos, coordinador general de la promoción de los intercambios con África.
Adscrito al ministro de Asuntos Exteriores y, como es lógico, llamado a colaborar estrechamente con el secretario de Estado para Asuntos Árabes, Magrebíes y Africanos, Abdelhafidh Hergam, Fayala tiene por misión trabajar en pos del desarrollo de sus intercambios –especialmente económicos y comerciales– con los países de África subsahariana.