Cuando a finales de abril, para celebrar la entronización del nuevo emperador, Japón concedió 10 días de vacaciones a sus ciudadanos, muchos de ellos manifestaron no saber qué hacer con tanto tiempo libre. La anécdota ilustra una categoría decisiva para explicar los milagros económicos de Japón y varios de sus vecinos de cultura confuciana, como China o los “cuatro pequeños dragones”: Hong Kong, Taiwán, Singapur y Corea del Sur. Los dos primeros, por cierto, chinos; Singapur, con tres cuartos de la población de origen chino, y Corea, profundamente imbricada en la cultura china.
¿Cuál será el origen de la expresión “trabajar como chinos”, paradigma de trabajo duro e inacabable? ¿Acaso el parián, barrio chino de Manila en la época del Galeón de Manila? Este, durante dos siglos y medio (1565-1815) llevó los mantones de Manila –en realidad sedas de Cantón– y otros artículos chinos a Acapulco, de donde pasaban a Veracruz y a Sevilla, en lo que fue el origen de la primera globalización económica. Durante tres siglos, el océano Pacífico fue un lago español, ya que nuestros galeones eran los únicos que lo surcaban.
Los países antes citados disfrutan de pocos días de vacaciones al año. En China, una semana en torno al Año Nuevo lunar, a finales de enero o febrero, y otra para el Día Nacional, el 1 de octubre, aniversario de la proclamación de la República Popular por Mao desde la torre de Tiananmen. En esos países se mira con estupefacción el mes anual de vacaciones español –más Navidad y Pascua–, amén de los abundantes puentes o acueductos.
No solo hay en China más días laborables, sino jornadas más largas, a veces mucho más. Alguien dijo que en Europa se lucha por la semana de 35 horas, cuando los asiáticos desearían una jornada de 35 horas….