“La demora siempre engendra peligro; y dilatar un gran designio es a menudo arruinarlo”.
Miguel de Cervantes
La invasión rusa de Ucrania ha cambiado radicalmente el entorno estratégico del continente europeo y ha puesto de manifiesto un cambio más amplio, que se está produciendo hoy. La apuesta de la Unión Europea por un sistema mundial interdependiente basado en normas se ha visto trastocada por el revisionismo procedente de Rusia, China y otros países. La guerra de agresión de Vladímir Putin y sus crímenes en Ucrania, pero también su búsqueda activa de la desestabilización de Moldavia, a causa de sus aspiraciones proeuropeas y democráticas, demuestran que Rusia no se detendrá ante nada y está dispuesta a socavar el orden internacional. Para que el Kremlin consiga victorias significativas le basta con explotar cada brecha en la unidad de Occidente y en su compromiso de oponer una resistencia acérrima. La respuesta a estas violaciones determinará el futuro de este orden y el lugar de la UE en él.
La reacción inicial de los europeos no tiene precedentes por su fuerza, unidad y determinación. Sin embargo, es el replanteamiento a largo plazo de la cultura estratégica común lo que definirá si puede prevalecer del todo. La UE se enfrenta a una política de poder bruto y a una competencia mundial resurgente, en la que todos los ámbitos son susceptibles de convertirse en armas y en la que se libran feroces batallas de narrativas, como admite el Servicio Europeo de Acción Exterior. Los guantes se han lanzado y los actores externos malintencionados aprovecharán cualquier falla que surja en la UE en cualquier momento de confusión y vacilación por su parte. Frente a esta escala de provocación y contestación, ni el más grande, rico y poderoso miembro de la UE se basta por sí solo…