La estela de Vladimir Putin permanecerá en el Kremlin tras las presidenciales de marzo a través de Dmitri Medvedev. La “criatura de Putin”, como califican algunos al sucesor, ha desarrollado casi toda su carrera profesional al lado del todavía presidente, primero en el ayuntamiento de San Petersburgo, luego como viceprimer ministro del gobierno y después como presidente de Gazprom. La experiencia de Medvedev, 42 años, en asuntos internacionales procede de lo aprendido al frente del monopolio estatal del gas; una pista de lo que podría ser la política exterior del próximo presidente ruso, sobre todo en sus relaciones con la Unión Europea.
Putin ha convencido a sus conciudadanos de que sólo él ha sido capaz de llevar el orden y la prosperidad a Rusia. Desde 2000, el PIB ha crecido a una media anual del siete por cien y las reservas de divisas superan los 500.000 millones de dólares, gracias a un barril de petróleo que ha pasado de 15 dólares cuando Putin llegó al Kremlin a más de 90 dólares en la actualidad. La inversión extranjera directa en el país ha alcanzado los 45.000 millones de dólares en 2007 y empresas rusas de distintos sectores se han convertido en grandes inversores en el exterior. El aumento del nivel de vida general de la población empieza a crear una próspera clase media, al tiempo que en las listas de los más ricos del mundo aparecen cada año nuevos nombres de empresarios rusos.
Sin embaro, además de una inflación anual que supera el 10 por cien, una población en alarmante envejecimiento, un débil sector bancario y una baja productividad, otras cifras ponen en entredicho los logros de Putin. La tasa media de asesinatos ha crecido desde su llegada al poder y hoy es de 32.200. Transparencia Internacional sitúa a Rusia en…