Desde la caída del muro de Berlín se vivió un clima de confianza en el que el mundo libre pensó que había ganado la guerra fría. Los nuevos riesgos son globales, pero sólo algunos se dieron cuenta y reflejaron que la inestabilidad, el terrorismo, la proliferación o el crimen organizado estarían entre los mayores riesgos que las democracias habrían de afrontar durante el siglo XXI.