Las opciones del gobierno de Estados Unidos serán defender los intereses de sus empresas, mejorar las relaciones con los socios europeos o buscar un acuerdo internacional en el marco de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En Francia, Emmanuel Macron puso en marcha la maquinaria de recaudación del impuesto a los servicios digitales tras la derrota electoral de Donald Trump. En España, la “tasa Google” entrará en vigor finalmente en enero, tras años de amenazas sin concretar. Biden todavía tiene que decidir si mantendrá la postura beligerante de su predecesor o aceptará la decisión europea.
Las multinacionales digitales llevan años reduciendo su factura fiscal con Europa gracias a agresivas estrategias tributarias, que en muchas ocasiones superan lo legal. El último ejemplo en España es Netflix, que en 2021 empezará a tributar por sus operaciones dentro del país. Hasta ahora, la empresa facturaba a sus clientes españoles desde Países Bajos (con muchas ventajas para las multinacionales gracias al conocido como “sándwich holandés”). En España, Netflix solo mantenía dos filiales de marketing, comunicación y producción. Con este sistema de erosión de bases imponibles, en 2018 declaró apenas 9.400 euros de beneficio y abonó 3.146 euros en impuestos.
Varios países europeos quieren detener este tipo de prácticas, que rebajan su recaudación y resultan muy difíciles de combatir. Para ello, optan por establecer nuevos impuestos sobre sus operaciones, de modo que tengan que tributar donde esté la matriz. Es la conocida como “tasa Google”, que no es ninguna tasa, sino un impuesto sobre diversas actividades digitales. Durante la administración Trump, esta tasa ha sido uno de los focos de discrepancia entre Europa y EEUU. Las amenazas de sanciones o aranceles hicieron a la Unión retrasar la aplicación del impuesto, a la espera del resultado en las presidenciales estadounidenses. A Francia…