Los países integrantes del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) se encuentran en una difícil transición hacia una economía post-petróleo, recurso inseparable de las dinámicas políticas que han dominado su desarrollo doméstico y proyección internacional. Los hidrocarburos han transformado las seis monarquías del golfo Pérsico, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Omán, Kuwait, Qatar y Bahréin, de reinos aislados en actores crecientemente asertivos e influyentes en la geopolítica global. Tras décadas de negacionismo y posteriormente obstruccionismo frente a cualquier iniciativa que plantease un futuro descarbonizado y climáticamente sostenible, los países del Golfo han ido progresivamente adoptando posiciones más pragmáticas y realistas hacia la transición energética. En los dos últimos años, todos los miembros del CCG, salvo Qatar, se han comprometido a alcanzar la neutralidad en carbono para 2060. Sin embargo, su mayor desafío no es dejar atrás el paradigma extractivo fósil, sino hacerlo manteniendo unas instituciones políticas cuya legitimidad se encuentra intrínsecamente ligada a la renta petrolera. Desde mayo de 2022 y a petición del alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, la UE y el CCG estudian establecer un acuerdo de Asociación Estratégica. El éxito de esta iniciativa pasa por generar un marco de cooperación energético alineado con los objetivos de descarbonización asumidos por las partes. Para ello, es fundamental comprender los impulsores y barreras que determinarán la transición energética en los países del Golfo y el espacio de cooperación para la UE.
Superar el rentismo petrolero para sobrevivir
La teoría del Estado rentista en el mundo árabe fue desarrollada por primera vez en los años ochenta por los economistas egipcio e italiano, respectivamente, Hazem Beblawi y Giacomo Luciani, tras la irrupción de las monarquías del Golfo como actores centrales de la geopolítica energética mundial tras las crisis petroleras de los años setenta….