El 12 de marzo de 2019, la entonces alta representante para la Política Exterior de Seguridad de la Unión Europea, Federica Mogherini, remitió a las instituciones europeas (Parlamento, Consejo Europeo y Consejo de Ministros) el documento titulado “UE-China. Una perspectiva estratégica”, fundamento actual de la política de la Unión hacia el país asiático. En él se lee: “China es, al mismo tiempo, en distintas áreas, un socio cooperador, con el cual la UE tiene objetivos estrechamente alineados, un socio negociador, con el que la UE tiene que encontrar un equilibrio de intereses, un competidor en la búsqueda del liderazgo tecnológico, y un rival sistémico que promueve modelos alternativos de gobernanza”.
A menudo se subraya la condición de “rival sistémico” de China, soslayando la de socio y la de competidor. ¿Qué quiere decir “rival sistémico”? ¿Cuál es el alcance de esta expresión? ¿Por qué se incluyó en el documento?
Es obvio que China y la UE tienen sistemas políticos y económicos diferentes. Desde el 1 de octubre de 1949, fecha de creación de la República Popular China, su sistema político es la dictadura del proletariado, ejercida por el Partido Comunista de China (PCCh), que detenta todos los poderes del Estado. Su sistema económico es un híbrido de economía estatal y privada. Según la doctrina del PCCh, es el “predominio de la propiedad pública de los medios de producción” lo que hace que el sistema sea socialista. Este predominio, que permite al Partido-Estado controlar la economía y la sociedad, no está cuantificado, concretándose hoy básicamente en el centenar aproximado de grandes SOE (empresas de propiedad estatal), entre las mayores del mundo en sus sectores, que producen en torno al 20% del PIB del país. Las SOE incluyen los cuatro grandes bancos comerciales, que conceden alrededor de los dos tercios del crédito…