POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 13

Sobre la democracia norteamericana

Vladimir Bukovski
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Exactamente cien años antes de mi nacimiento, el gran escritor ruso Nikolai Gogol comparó proféticamente Rusia con una troika que se precipitaba lanzada hacia adelante sin razón ni destino aparente, sólo por el placer de la velocidad.

“ ¡Oh troika, oh tú, troika pájaro! ¿Quién fue, pues, quien te ideó? Debe de ser una nación ingeniosa la que te dio nacimiento en un país que no tolera ningún absurdo, pero que ha extendido sus campos suavemente, muy llanamente, sobre la mitad del mundo, y ahora, ya veis, cuenta sus piedras miliarias hasta que la visión se confunde ante vuestros ojos.

“Y no hay obra complicada en este extraño vehículo. Ningún tornillo de hierro lo sujeta. Un hacha y un escoplo de carpintero es todo lo que necesita un campesino listo de Iaroslav para montarla en un santiamén. El conductor no lleva botas altas a la alemana; es todo barba y mitones y se sienta sobre… sólo el diablo sabe sobre qué va sentado. Pero en cuanto se endereza a medias sobre su asiento, blande el látigo y entona una canción, allá van los caballos como un remolino de viento…

“…Y tú, Rusia, ¿no vas tú lanzada hacia adelante como la troika más rápida, que nadie debe dejar atrás? Por debajo humea el camino, cruje el puente, todo queda detrás y tú te adelantas a todo. Y, paralizado de estupor ante este verdadero milagro de Dios, el espectador se queda petrificado. ¿No será un rayo bajado del cielo? ¿Qué significa esta carga aterradora? ¿Cuál es la fuerza misteriosa que ocultan estos corceles? Y vosotros, corceles, corceles… ¿Qué corceles sois, pues? ¿Habitan en vuestras crines los torbellinos? ¿Está dotada cada una de las fibras de vuestros músculos de una oreja particular diligente y apasionada? En cuanto que oís por encima de vuestras…

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