Lo que empezó en Siria como una revuelta antiautoritaria es hoy una guerra despiadada. En cinco años, 330.000 muertos, ocho millones de desplazados internos y cuatro millones de sirios en busca de asilo exterior. Un país fraccionado entre cuatro protagonistas: el régimen de Bachar el Asad en la franja mediterránea y el corredor que va de Damasco a Alepo; el Daesh controla la cuenca del río Éufrates desde la frontera turca a la iraní; unidades de protección popular en el Kurdistán; y finalmente diversas fracciones rebeldes como el ejército Sirio-Libanés, los salafistas del Frente Islámico y Al-Nusra, fracción de Al Qaeda, situados en el norte y sur del país.
El Daesh no es solo una poderosa referencia para la creación de un califato –su zona de influencia incluye ya a unos cinco millones de personas–, es también polo de atracción yihadista para ciudadanos occidentales. Estados Unidos y Francia han promovido una coalición internacional para aniquilar militarmente al Daesh, mientras se constituiría en Damasco un gobierno de unidad nacional del que El Asad quedaría excluido. La coalición se resiste al envío de tropas de infantería, mientras se debate en un equilibrio diplomático para contrarrestar la necesidad de contener Irán y contemporizar con Arabia Saudí y los países del Golfo. Una estrategia militar y diplomática que sigue sin resolver cómo gestionar lacolaboración de la Rusia de Vladimir Putin, dispuesto a mantener a El Asad, igual que el chiísmo iraní.
Emigrantes, refugiados, una cuestión piadosa sobre el telón de fondo de la demografía europea. Las proyecciones sobre la población de la Unión Europea estiman una caída de 40 millones de habitantes entre 2015 y 2050. El interrogante sobre el espacio Schengen, sustituido por concertinas y otros muros disuasorios, mientras el único instrumento legal de la UE, el Reglamento de Dublín, establece que “sea…