Una atmósfera especial rodea Singapur en el 50 aniversario de su independencia y la muerte de su padre fundador, Lee Kuan Yew. Es un año trascendental en el que todos los singapurenses –y no la ciudad de Singapur– son más protagonistas que nunca. Los Juegos del Sureste Asiático, un festival internacional de piano, exposiciones, encuentros de alta tecnología y miles de programas hablarán al mundo de la extraordinaria historia de éxito de este país y de su gente.
Cuando, el 9 de agosto de 1965, Singapur se convirtió en un Estado soberano, tras su expulsión de la Federación Malaya, era un país pobre. Cuatro décadas después, la excolonia británica presumía de ser la segunda economía más competitiva del mundo y de tener una renta per cápita superior a la de Estados Unidos. “De la ciénaga a los rascacielos” ha sido el titular con el que la BBC ha destacado los 50 años de independencia del país. No cabe mejor encabezamiento para describir el asombroso desarrollo de la ciudad. Un país sin tierras agrícolas, prácticamente carente de recursos naturales y sin capacidad militar ha logrado que sus habitantes hayan pasado de vivir en asentamientos marginales a disfrutar del mismo nivel de vida de las economías avanzadas. En la actualidad, un singapurense medio gana cinco veces más que una persona de la vecina Malasia. Singapur es considerado en gran parte del mundo “símbolo de dinamismo y sinónimo de innovación”, en palabras de la canciller alemana Angela Merkel.
En 2012, Jim Rogers, el gurú de las finanzas, declaraba a la CNN: “Me he trasladado, he vendido mi casa en Nueva York. Me he mudado a Asia y mis hijas hablan mandarín, lo hablan perfectamente (…) Las estoy preparando para el siglo XXI haciendo que conozcan Asia y dominen el mandarín (…) Actualmente es…