¡Donald Trump está aprendiendo! Aunque sea un tanto cómico ver cómo se escabulle de la sarta de falsedades y bravatas de su campaña electoral, es de aplaudir que la presidencia, con todo el peso de las responsabilidades nacionales y mundiales que acarrea, le esté convenciendo de actuar con la cordura que todos deseábamos. En los 100 primeros días de su mandato, y después de haber fulminado contra China durante la campaña, Trump ha cimentado una inusitada cordialidad con su presidente, Xi Jinping. Ha declarado que China no manipula su moneda, está seguro de que logrará un acuerdo comercial mutuamente ventajoso (antes había declarado que China estaba “violando” a Estados Unidos) y está haciendo lo posible por contener la amenaza nuclear de Corea del Norte. Después de acusar a la presidenta de la Reserva Federal, Jannet Yellen, de estar politizada al servicio de Barack Obama al no elevar el tipo de interés, ahora resulta que merece todo su respeto y que la volvería a nombrar cuando termine su mandato en febrero de 2018. Trump ha descubierto que el Eximbank, al que tanto denostó durante la campaña, auxilia a numerosas pequeñas empresas; la OTAN “ya no es obsoleta”, se ufana de haber logrado que los demás miembros de la Alianza estén elevando sus gastos de defensa, y afirma que la organización “ahora lucha contra el terrorismo”. Y para terminar el inesperado giro de sus opiniones, el presidente declaró en su última conferencia de prensa que, después de los 59 misiles Tomahawk lanzados contra Siria en castigo por su ataque químico en Idlib, las relaciones entre EEUU y Rusia “están pasando por su más bajo nivel”, y que ya veremos si logra continuar o no su cacareada amistad con Vladimir Putin.
Los acontecimientos internacionales le están sirviendo de pantalla para estos cambios. El…