Atravesamos un periodo de cambios radicales y rápidos para la política global. Es un mundo con cada vez menos puntos de referencia: las potencias redefinen su papel en el escenario mundial, el poder es difuso y fragmentado, los pilares del sistema internacional nacidos después de las guerras mundiales están en cuestión. En este escenario en constante cambio, la Unión Europea se ha convertido en un punto fijo de apoyo del sistema internacional. Somos un poder creíble, confiable y predecible, tal vez el único ahora. Y somos un socio indispensable para todos aquellos que trabajan por un sistema internacional basado en la cooperación, las reglas, la búsqueda de soluciones win-win en las que todos salgan ganando.
En la década de 1990, al final de la guerra fría, hubo quienes definieron Estados Unidos como una “nación indispensable”. Han pasado menos de 30 años, pero parecen siglos. Creo que la idea de una sola y única “nación indispensable” se ha vuelto anacrónica en el mundo multipolar de hoy. Sin embargo, mi experiencia diaria me dice que la UE es ahora un socio indispensable en todos los asuntos importantes de política exterior de nuestro tiempo. Indispensable precisamente porque somos conscientes de la necesidad, cada vez más urgente, de construir nuevas alianzas y fortalecer las existentes, para buscar el consenso en lugar del choque.
Somos un socio indispensable para preservar un sistema internacional de reglas y multilateralismo, con las Naciones Unidas como centro de gravedad imprescindible. Somos un socio indispensable para todos aquellos que trabajan por una solución pacífica a los conflictos de nuestro tiempo, comenzando con la mayor catástrofe de estos años: la guerra en Siria. Somos un socio indispensable para África, con nuestras inversiones para el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad del continente, y contra el cambio climático.
Tal vez en…