El mundo hispanoamericano que se acerca a las celebraciones del V Centenario del, Descubrimiento no está en buena forma, y sólo tiene algunas pocas cosas de qué enorgullecerse: vuelta de la democracia en varios países, reducción del nivel de violencia, etcétera. Los signos de una crisis profunda de Hispanoamérica son demasiado evidentes para quien quiera verlos, y los vamos a describir; diremos también, como contrapunto, que aunque la crisis acabará por consumarse, se vislumbran ciertas luces intelectuales todavía débiles (Vargas Llosa, Donoso, Octavio Paz, Uslar Pietri, Rangel, Sábato), de lo que, tras del paso de una o dos generaciones, puede constituir un renacimiento del mundo hispánico sobre otras bases morales y sociales distintas de las que hoy presiden su depresión.
De todas maneras, para entonces, fatalmente, se habrá producido un desplazamiento del poder a escala continental, en que ese mundo se verá centrifugado hacia, y polarizado por, potencias no hispánicas: México, Centroamérica y el Caribe hacia una u otra de las superpotencias; los países hispanoparlantes de Suramérica hacia Brasil. El sistema hispánico de pueblos, que no existió más que, durante la colonia, no emergerá en este siglo. Ninguna de las sociedades hispanoamericanas está en condiciones de convertirse en una sociedad “de éxito”, sea éste económico, social, cultural o internacional. España seguirá siendo el país hispánico más avanzado, más desarrollado y de mayor prestigio, aunque sabemos que seguirá ocupando un puesto de segundo nivel entre las potencias de la comunidad europea, por su mediocre desarrollo económico y su escaso nivel científico.
Una sobria mirada a las realidades del mundo hispanoamericano nos ayudará a huir de la retórica celebracionista que a veces nos embarga.
En Hispanoamérica se dan: un régimen comunista que priva de libertad y bienestar a su pueblo, Cuba; un régimen marxista opresor que ha devuelto a su propio pueblo…