El mundo de la caricatura se niega a volver a la censura gubernamental o mediática. Occidente debería apoyar esta lucha y no intentar imponer sus parámetros de libertad.
Los atentados contra Charlie Hebdo han puesto de relieve la fragilidad de las vidas de artistas que se han convertido en un elemento de la lucha de grupos oscurantistas por sembrar el terror e imponer su censura por la vía militar. Es todavía pronto para calibrar el efecto real que van a tener estos atentados para coaccionar la libertad del mundo de la viñeta. Una vez transcurrida la euforia del primer número de Charlie Hebdo tras la masacre habrá que esperar a la nueva etapa de la revista para ver las verdaderas secuelas. Los límites en los que cada autor se mueve a la hora de crear los conforman no solo las leyes de cada país sino también las tradiciones plasmadas en presiones sociales de todo tipo, entre ellas las religiosas. A estos factores hay que sumar a partir de ahora el condicionante de los grupos terroristas que quieren imponer sus líneas rojas a la libertad de expresión.
Ser caricaturista en el mundo árabe
La labor que realizan las caricaturas en cuanto a la transformación social está muy presente en los caricaturistas árabes. Para el egipcio Majluf, el papel del caricaturista no solo es dibujar sobre un suceso sino también intentar transformar consideraciones sobre la censura, la forma de entender la realidad de la gente. En el mundo árabe esa labor de plasmar la realidad aportando una visión crítica a través del dibujo, en la mayoría de las ocasiones con muy poco texto, tiene un valor más importante si cabe dado el alto grado de analfabetismo real y funcional que existe en muchas de estas sociedades. Los caricaturistas son un punto…