Las sanciones comerciales contra Siria, Libia e Irán muestran en qué medida la seguridad alimentaria del Golfo puede verse afectada por la agenda geopolítica. El cierre del estrecho de Ormuz por parte de Irán, sería grave para la exportación de petróleo y la importación de alimentos.
La seguridad alimentaria es ya un asunto crítico para una de las regiones más prósperas del planeta. El alto nivel de PIB per cápita que tienen los países del golfo Pérsico como Catar, considerado la tercera economía del mundo en 2013 (93.352 dólares) y los relativamente altos puestos que ocupan casi todos lo países de la región en el índice de desarrollo humano (PNUD, 2014), no limitan su creciente preocupación por el acceso a los alimentos. Debido a sus características geopolíticas, físicas y climáticas, los países del golfo Pérsico se enfrentan a tensas negociaciones sobre los excedentes de exportación en los mercados mundiales de alimentos, a una disminución progresiva en la producción nacional agrícola, un acelerado crecimiento de su población y una desertificación imparable. Los países más ricos de la península Arábiga, ante el riesgo de no ser capaces de asegurar suficientes alimentos para su población, han aumentado durante estos años los subsidios del gobierno, construido almacenes estratégicos, e invertido en la agricultura de los países en desarrollo. Desde la subida de precios de las materias primas que trajo consigo la crisis de 2007, esta situación se ha hecho más evidente. Los cuantiosos ingresos de sus economías, provenientes fundamentalmente de la subida de los precios del petróleo, motor de la economía de la región, chocan de frente con el encarecimiento y la dificultad para garantizar la alimentación de sus habitantes, dos desafíos tan enfrentados como estrechamente vinculados con la desertificación y la escasez de agua.
Por un lado, la dependencia económica del petróleo de la región…