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Segunda potencia económica del mundo

Carta a los lectores
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China, su formidable y acelerado desarrollo económico, el rescate de millones de ciudadanos de la miseria, su presencia internacional…, todo ello merece admiración y respeto.

Entre 2005 y 2010 China ha contribuido –según cifras del Fondo Monetario Internacional– a un incremento del 21,2 por cien del PIB mundial, delante del 14 por cien de la Unión Europea y del 12 por cien de Estados Unidos. Un avance continuado de las exportaciones con excedentes sobre sus compras, que le permiten almacenar un volumen de reservas de divisas de 29 billones de dólares, es decir, una quinta parte del PIB de EE UU. Pero paralelamente, las importaciones desde 2000 se han multiplicado por seis hasta alcanzar 1,4 billones de dólares.

La creciente demanda china de materias primas durante esta gran recesión ha sostenido las cotizaciones de alimentos y metales y, en definitiva, la salud económica de muchos países en desarrollo. En febrero, el saldo comercial de China registró un déficit, el primero de los últimos cinco años, por un valor de 7.300 millones de dólares. Efectivamente, los altos precios de las materias primas, petróleo incluido, han pasado factura a lo que se ha unido una cierta relajación de la actividad exportadora con las fiestas del Año Nuevo Chino; quizá también alguna secuela del estancamiento comprador de los países industriales. Admiración por el éxito y al mismo tiempo lágrimas de tristeza ante la modesta participación de España en este episodio chino de la historia económica contemporánea. Aunque los países industriales en su inmensa mayoría registran déficit en sus transacciones comerciales con China, incluida la UE, que mantiene unas cuentas equilibradas con el resto del mundo, el porcentaje de cobertura español, un 14 por cien, es desproporcionado e incluso –si se compara con la UE, 43 por cien– humillante.

España exportó a China en…

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