El 21 de marzo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que reconocería la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán. En la guerra de 1967, Israel se enfrentó a varios Estados árabes y ocupó esos territorios sirios, anexionándolos en 1981. Una serie de resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dictamina que, al haber sido tomados por la fuerza, deberían ser devueltos a Siria, algo que nunca ocurrió. Israel, además, ha violado el Derecho Internacional al desplazar a 130.000 sirios e instalar colonias israelíes en ese territorio. Paradójicamente, Siria e Israel han mantenido durante los últimos 52 años una relación de “paz fría” respecto a los Altos del Golán, una situación no resuelta pero estable. Sin embargo, ante el anuncio de la Casa Blanca, Siria, Turquía, Irán, Palestina, las monarquías del golfo Pérsico y Egipto han reaccionado de forma crítica. EEUU se sitúa en una posición controvertida: si aprueba la toma de territorio por la fuerza, Rusia puede alegar que tiene derecho a ocupar Crimea. Pero el interés del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, parece imponerse. Netanyahu quiere usar el precedente de los Altos del Golán para legitimar la ocupación de Cisjordania. Colaborando con esta voluntad, el reciente informe del departamento de Estado de EEUU sobre derechos humanos ha eliminado el concepto de “territorios ocupados” al referirse a Gaza, los Altos del Golán, Jerusalén Este y Cisjordania.
El anunció de Trump es parte de una serie de medidas hacia Oriente Próximo que viene adoptando desde enero de 2017 y que causan incertidumbre e inestabilidad. Trump también ha cedido a varias demandas de Israel, reconociendo Jerusalén como la capital del Estado judío en un claro desafío a las resoluciones de la ONU y la posición de la comunidad internacional, y ha cortado la financiación a la Agencia…